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Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar

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  • DarioLopez
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    Por el honor y la memoria de los militares que ofrendaron su vida para recuperar la soberanía de la patria y la seguridad de la población de Mitú #HéroesPorSiempre #20AñosMitú


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    Así fue la operación Vuelo de Ángel que permitió la retoma de Mitú por parte del Ejército




    Por el honor y la memoria de los miembros de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional que ofrendaron su vida para recuperar la soberanía de la patria y la seguridad de Mitú, hoy los recordamos y nunca los olvidaremos. #20AñosMitú
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    Mitú - Testigo Directo HD



  • DarioLopez
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    DOCUMENTAL - MITÚ / TRAS LAS HUELLAS DEL CONFLICTO



  • todo el mundo en COLOMBIA lamenta la toma de mitu, pero no se acuerda le toma de las delicias y lo que hicieron con el capitán ya muerto por que fue el que mas bajas le dio a las FARC. y como los premiamos con sillas en el congreso y que no paguen los crímenes de lesa humanidad y ahora los magníficos integrantes de la paz incitando las marchas y huelgas estudiantiles y ahora buscando los sindicatos con petro, y las tomas y las masacres que cometieron se les olvido a COLOMBIA. el estado es uno solo no compartido
  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
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    Eso que usted dice está fuera de contexto, todas y cada una de las tomas y barbaries cometidas por esos "señores" están siendo recordadas.

    Que entre los acuerdos que tomaron les dieron esas sillas aún en contra de lo que opino el pueblo es diferente; pero la honra y el recuerdo de nuestros hombres caídos está intacta y el Centro de Memoria y las Fuerzas Militares están haciendo que esto no se olvide.

    El caso en específico de la toma de Mitu tiene dos aspectos diferentes o que lo hacen diferente, fue la vez que las FARC intentaron la toma de una capital de departamento y no solo con la intención de acabar y robar sino que su propósito era mantener el control territorial para demostrar su poderío ante la comunidad Internacional el segundo es que marca el cambio en la doctrina de combate de las Fuerzas Militares que se venían estudiando y preparando ante y por los reveses ya recibidos.

    No solo está Mitu, y las delicias, está la emboscada en el páramo de sumapaz, cerro Tokio, San Juanito, entre otras en donde la perdida para las fuerzas militares se contó a gran escala en donde emboscaron y coparon Contraguerrillas completas.

    Que por un regalo que hizo la élite politiquera para darle de comer al sueño de un pueblo hambriento de paz, no significa que la memoria de aquellos que lo dieron todo este olvidada.
  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
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    Editado Sat, 3 November 2018 #50

    Documental: 20 años de las peores tomas de las Farc



  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
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    ‘Yo era niña y hacía parte de los victimarios, pero era su víctima’

    Una exguerrillera de las Farc que participó en la toma de Mitú, relata lo que vivió en el combate.

    “Dos semanas antes de la toma me enteré de que estaba embarazada. Para ese momento ya habíamos empezado la marcha hacia Mitú (Vaupés); de por sí llevábamos un mes moviéndonos por entre la selva.

    Había partes que eran totalmente nuevas para nosotros, selva virgen que no habíamos patrullado y caños por los que no cruzamos antes, pero era necesario tomar otras rutas porque los paracos ya nos habían cortado el paso por Mapiripán, más abajo de Charras (entre Meta y Guaviare). Había un campamento de ellos, apoyado por los militares, que nos cortaba el paso.

    Entonces tuvimos que rodearlo para no chocar, porque nuestro objetivo era la estación de Policía de Mitú, no los paras.

    Yo había entrado a las Farc en junio de 1997, un mes después de la masacre en Mapiripán. Me fui porque mis dos hermanos ya estaban ahí, en la guerrilla, y cuando los paramilitares llegaron a la región, sentí que mi única opción era irme a las filas para no correr la misma suerte de otras personas. 

    La gente de Carlos Castaño entró no solo al pueblo; buscaban a las familias y a los posibles milicianos en fincas y veredas y se los llevaban. Yo decidí irme. Primero me recibieron en San José del Guaviare para hacer inteligencia en el pueblo, que ya se estaba llenando de militares y paracos. 

    Me quedaba fácil porque solo tenía 13 años y no levantaba sospechas. Siempre he sido así, menudita, entonces me veía más sardina de lo que era.

    Pero la cosa ahí estaba muy caliente y duramos con otros pelados solo un mes, luego nos recogieron. Nos tocó coger río arriba y presentarnos en Puerto Cachicamo (Guaviare), donde recibimos instrucción por tres meses. En diciembre de ese año me mandaron con una comisión para Calamar, al frente 7 y nos dejaron dos meses más con Gentil Duarte (hoy jefe disidente de las Farc). Pero la orden del secretariado era tomarse todos los puestos de Policía, atacar a todas las patrullas del Ejército que se pudiera y dar los golpes que más impactaran frente a la opinión pública.

    Recuerdo que nos prometían premios por la “gallardía” que tuviéramos para tener positivos en las acciones. A nosotros también nos premiaban por muerto puesto, como lo hicieron años después en el Ejército con los falsos positivos. Con la diferencia que nunca recibimos condecoraciones o viajes, solo más monte.

    Eso me pasó a mí. Dimos un positivo con una información para una emboscada y en mayo del 98 me ascendieron a la columna móvil Juan José Rondón. Esa era la unidad élite del bloque Oriental de las Farc, las llamadas fuerzas especiales. Todos los que estaban ahí eran guerreros, y yo una afortunada de estar en la rosca con tan solo 14 años cumplidos. 

    Claro que de entrada Urías Cuéllar, uno de los comandantes, me mandó a ranchar. Mi élite era con el arroz y la pasta. El menú más fácil de cargar y preparar. Nos tenían con la moral arriba porque en las reuniones de la tarde nos contaban los avances de los frentes; la guerrilla aún se regodeaba con el ataque en El Billar (Caquetá), donde el bloque sur se bajó a un batallón entero de las brigadas móviles.

    Estábamos moviéndonos cuando nos enteramos de la masacre de Caño Jabón (Puerto Alvira). Los paramilitares arrasaron con dos corregimientos y se tomaron el pueblo. Unas semanas después se encontraron con la guerrilla; en ese combate murió mi hermano Alberto, era el mayor. Me vine a enterar casi ocho meses después y fue el motivo que completó mi rabia por la vida que había elegido.


    No quedaba mucho tiempo para entrenarse en medio de la ofensiva que las Farc habían lanzado. Sin embargo, en la relación de la tarde, todos los días nos recordaban que “éramos los llamados a hacer historia”, y uno sentía que era cierto, que en verdad haríamos historia... de la buena, porque estando ahí sentíamos que los buenos éramos nosotros y nuestros actos eran de heroísmo y no de barbarie como dicen los académicos.

    Pasamos por Mocuare y luego nos tuvieron varias semanas en Tomachipán. Desde allí nos movimos para Mitú cuando nos confirmaron que ese era nuestro objetivo. Desde otros puntos ya se estaba moviendo más gente. Dieron la orden de recoger la mayor cantidad de cilindros de gas. 

    Los estaban almacenando en un punto en la selva, cerca a Mitú. Los llevaron por río y también llevaron a los mejores explosivistas del bloque para que los armaran. Se movieron muchas armas y munición y creo que esa es una de las cosas que me ha costado en tantos años: quitarme el olor a pólvora de la nariz. Porque la pólvora termina oliendo a muerte, por eso no me gusta la Navidad porque odio la pólvora...

    En ese trayecto entre nuestra base en Tomachipán y la marcha a Mitú, me enamoré.
    Era un muchacho mucho mayor que yo, tenía 26 años y llevaba siete en la guerrilla. Era uno de los duros. Me gustaba su sabiduría para tomar decisiones y cómo defendía lo que pensaba.

    Lo vi en un consejo de guerra que hizo Urías poco antes de salir para la toma, porque tres peladas se robaron un papel higiénico, una crema dental y otras cosas de aseo de los abastecimientos que teníamos. Fueron declaradas culpables y les tocó ranchar, cargar los suministros y ayudar a preparar cilindros.

    Prepararlos era llenarlos del explosivo, meterles los tornillos, metales y toda la tripa de por dentro. A nosotras no nos gustaba esa tarea. Por eso era castigo. Rubén, como se llamaba él, era muy cercano a Urías, yo diría que uno de los hombres en los que más confiaba el comandante. Por eso lo designaron para dirigir a uno de los grupos que entró primero a Mitú. 

    Yo me quedaba en su cambuche, a escondidas, porque todavía no teníamos permiso de estar juntos; estábamos en plena misión y se prohibían las relaciones sexuales, o cualquier tipo de relación que nos desconcentrara del objetivo. Él se las ingeniaba y nos quedábamos juntos. Pero llegó el 20 de octubre del 98 y nos separaron. 

    Los otros comandantes del bloque ya estaban en la zona, listos para dar el golpe. Nos dieron funciones a cada uno. A mi me dejaron en el grupo de retaguardia con los enfermeros, como a unos 10 kilómetros del pueblo. Éramos el apoyo para los heridos, porque la orden fue que si había muchas bajas y llegaba el apoyo de los policías, teníamos que recoger a los muertos, abrirlos y echarlos al río. Si era alguien muy importante, teníamos que cargarlo hasta donde se pudiera y luego enterrarlo teniendo presente el lugar. 

    Pero, la verdad, los comandantes no creían que fueran a tener bajas por lo que ya habían visto de Miraflores, el ataque que, con éxito, las Farc hicieron en agosto, tres meses antes.

    Esa noche del 20 de octubre, Rubén pasó por los cambuches, yo estaba de guardia. Me dijo que seguro nos veíamos a mediados de noviembre, cuando la Juan José Rondón se reagrupara. Él se iba en la avanzada, y fue cuando sentí que estaba donde no debía; volví a sentirme niña, lo que era en realidad, y le solté de una que llevaba más de un mes de retraso en mi periodo. Que una de las compañeras me había olido la boca y que, efectivamente, estaba embarazada. En medio de la selva, esa era una de nuestras rústicas pruebas de embarazo.

    Pero yo no necesitaba una prueba. Sabía que dentro de mi estaba mi bebé.

    Todavía tenía viva la rabia de la falta de emoción de Rubén al enterarse que seríamos papás. Quise creer que era por la situación, pero, la verdad, él no quería hijos conmigo. La única enamorada ahí era yo.

    El 31 de octubre, a eso de las 4:00 de la tarde quedamos alertados de la hora cero. A la madrugada del primero de noviembre empezó todo... Ese todo que uno a veces quisiera borrar de la cabeza y de la vida.

    Solo después de 14 horas de combate empezaron a llegar los heridos a nuestro puesto. Siempre rogué que nunca tuviera que atender a Rubén. Unos estaban muy mal heridos, destrozados por las granadas. Luego la cosa se complicó porque llegaron los apoyos del Ejército y los aviones. Ahí murieron la mayor cantidad de guerrilleros y, como lo ordenaron, algunos terminaron en el río.

    Vienen los recuerdos de esos tres días y se me arma un remolino en la mente. Nunca vi tanta sangre y muertos. Al tercer día nos ordenaron la retirada, recogimos todo y nos fuimos por donde habíamos llegado. Ese fue el día que vi a los prisioneros. Iban en fila, eran muy jóvenes, como yo. Después supe que eran los auxiliares bachilleres. También estaba el comandante de ellos... el coronel.

    Siempre pensé que todos iban a terminar fusilados porque las condiciones en la selva eran dramáticas.

    A nosotros nos separaron del grupo que llevaba a los policías y nos mandaron otra vez para Tomachipán. Pasamos ahí fin de año y empezaron a prepararnos para la otra toma, en Guaviare. Pero yo ya no podía ocultar más el embarazo. Tuve que afrontar consejo de guerra. Tenía cargos por haber roto las reglas previas a la acción en Mitú y no haber hablado del retraso menstrual. 

    Rubén no fue capaz de decir nada en mi defensa. Prácticamente fui la [[Editado por el sistema]] que se metió a su cambuche. Él salió bien, y yo culpable y llevada a abortar por orden de Urías. Tenía más de tres meses de gestación.

    Desde ese día empecé a calcular cómo volarme. Lo pude hacer dos años después, en agosto del 2001, cuando nos llevaban hacia la zona de distensión. Me entregué a una patrulla del Ejército con el fusil.

    ¿Que si me enorgullece haber hecho historia como nos lo dijo Urías?, ¡Claro que no! ¡Me avergüenza! Y en una fecha como hoy me avergüenza más. Yo no maté, pero hacía parte de ellos. Yo no secuestré, pero los vi salir rumbo al fondo de la selva, amarrados y en silencio, casi muertos. Yo no ultrajé y robé, pero tuve que comer y vivir con las cosas que llegaban a nuestros campamentos con la plata que se recolectaba con esas cosas. Yo estaba con los victimarios, hacía parte de ellos, pero era su víctima”.

    JINETH BEDOYA LIMA
    SUBEDITORA DE EL EL TIEMPO

  • luisferlm1
    luisferlm1Forista Soldado
    Forista Soldado

    Jesús Abad Colorado inaugura ‘El testigo’, su exposición más ambiciosa

    El reportero antioqueño que ha documentado el conflicto colombiano con su cámara fotográfica es uno de los protagonistas del mes. Este sábado se inaugura su muestra fotográfica más ambiciosa y la próxima semana se estrena un documental sobre su vida.

    https://www.semana.com/cultura/articulo/jesus-abad-colorado-inaugura-su-exposicion-el-testigo-en-el-museo-claustro-de-san-agustin/587578

    Hoy al medio día fui a ver esta exposición que en el claustro San Agustín que quede frente al palacio de Nariño y frente al batallón Guardia presidencial.
    La verdad queda uno impresionado de las fortografías del conflicto colombiano, especialmente por el sufrimiento de los campesinos que son quienes lo viven en carne propia y sufren desplazamientos y muertos, situación que fue muy común en los últimos 30 años a causa del enfrentamiento entre guerrilla y paramilitares.
    A los que viven en Bogotá los invito a que visiten la exposición. Son fotos impactantes.
  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente

    Recordamos a los héroes del Batallón de Contraguerrillas n.°52


    Recordamos a los héroes del Batallón de Contraguerrillas n.°52 quienes el 1 de marzo de 1998 fueron víctimas de un ataque guerrillero en El Billar, Caquetá, donde 64 uniformados fueron asesinados, 19 resultaron heridos y 43 más fueron secuestrados. Su sacrificio y entrega jamás serán olvidados


  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente
    Se realiza el lanzamiento del libro «De la guerra a la paz», este expone el papel que tuvieron las Fuerzas Militares, y en especial el Ejército Nacional, en la firma del Acuerdo Final con las Farc #COTEF


  • preocupado
    preocupadoForista Soldado de Primera
    Forista Soldado de Primera
  • CarlosJose
    CarlosJoseForista Soldado de Primera
    Forista Soldado de Primera
    preocupado escribió:
    Cual paz?
    Ninguna, pero la historia la escriben los vencedores, y eso es lo que están haciendo en este momento, en 10 años veremos muchos jóvenes blandiendo banderas de las guerrillas e idealizándolos porque gracias a ellos se consiguió la paz
  • preocupado
    preocupadoForista Soldado de Primera
    Forista Soldado de Primera
    CarlosJose escribió:
    preocupado escribió:
    Cual paz?
    Ninguna, pero la historia la escriben los vencedores, y eso es lo que están haciendo en este momento, en 10 años veremos muchos jóvenes blandiendo banderas de las guerrillas e idealizándolos porque gracias a ellos se consiguió la paz
    La generación,que no le tocó vivir la violencia.
    Esa que puede poner en el poder a la izquierda ,como ocurrió en Venezuela.

  • Avenger2
    Avenger2Forista Técnico de Cuarto Grado
    Forista Técnico de Cuarto Grado
    Editado Fri, 8 March 2019 #58
    Batalla de El Billar

  • Avenger2
    Avenger2Forista Técnico de Cuarto Grado
    Forista Técnico de Cuarto Grado

    https://www.elespectador.com/noticias/judicial/el-billar-caqueta-grave-error-operacional-articulo-514605

    El Billar (Caquetá), "grave error operacional"

    3 Sep 2014 - 11:07 PM
    Juan Sebastián Jiménez Herrera

    Según el Consejo de Estado, este ataque de las Farc, en el que murieron 61 soldados, fue propiciado en parte por la negligencia del Ejército, que arriesgó a sus hombres.

    En marzo de 1998 las Farc atacaron varias unidades militares ubicadas en el Caquet All murieron 61 militares y 43 fueron secuestrados  Archivo - El Espectador
    En marzo de 1998, las Farc atacaron varias unidades militares ubicadas en el Caquetá. Allí murieron 61 militares y 43 fueron secuestrados. / Archivo - El Espectador

    El ataque de las Farc a varias unidades militares ubicadas en inmediaciones de la quebrada El Billar, zona rural de Cartagena del Chairá (Caquetá), en marzo de 1998, es recordado como una de las mayores derrotas militares en la historia de Colombia. Allí murieron 61 militares, 43 fueron secuestrados y dos desaparecieron, en un hecho que evidenció tanto la barbarie guerrillera como la negligencia del Ejército. Precisamente, el Consejo de Estado profirió una segunda condena contra la Nación por no haber protegido a sus hombres y haberlos dejado como carne de cañón para que los guerrilleros los masacraran.

    En el fallo de 97 páginas, conocido por El Espectador, el alto tribunal advirtió que “el fracaso operacional ocurrido en Cartagena del Chairá al final de febrero y comienzos de marzo de 1998 tuvo su origen en un mal funcionamiento ocurrido en todos los niveles de la cadena de mando del Ejército”. Para el Consejo de Estado, fueron varias las fallas que llevaron a esta abultada derrota militar. Primero: los hombres enviados a combatir a la guerrilla no contaban con la experiencia suficiente para hacerlo en una zona que, en ese momento, era uno de sus santuarios.

    Igualmente, la tropa estaba incompleta y no tenía los insumos necesarios, como un radio para comunicarse con sus superiores y otros batallones. No contaron, siquiera, con información que les permitiera saber cuántos guerrilleros había en la zona. “Los comandantes del Ejército desconocían por completo las condiciones del enemigo y, a pesar de ello, de forma temeraria enviaron a sus hombres al combate, sin que se hiciera un debido planeamiento”, apuntó el alto tribunal.

    Tampoco tuvieron apoyo aéreo: “Un despropósito de cara a las operaciones que debían ser desempeñadas por una brigada móvil”. Eso, aunado con que la moral de la tropa estaba por el piso y, según el Consejo de Estado, el comandante de la Cuarta División “en lugar de asumir medidas que favorecieran las comunicaciones y visitas entre los efectivos militares y sus familias” para subir los ánimos de sus hombres, “recomendó al líder de la brigada que se abstuviera de otorgar permisos para que los combatientes visitaran a sus allegados”, para evitar deserciones. Una decisión que el alto tribunal consideró que no fue idónea y “presumiblemente profundizó los problemas que causaban un decaimiento en la actitud combativa de la Brigada Móvil n.° 3”.

    Además, los comandantes de la Brigada Móvil n.° 3 y del Batallón de Contraguerrillas n.° 52, forzados por la carencia de medios y la baja moral de la tropa, incurrieron en “graves errores operacionales que implicaron una desventaja militar para el grupo de militares destacado en la zona. Las investigaciones disciplinaria y penal militar sobre las fallas cometidas por las estructura militar se centraron en los mandos bajos del Ejército Nacional y no indagaron sobre la responsabilidad de los mandos altos”.

    Para la corporación es claro que los altos mandos de esta entidad “pudieron haber incurrido —aun cuando sea por la vía indirecta— en una violación de los derechos a la vida e integridad de los miembros del Batallón de Contraguerrillas n.° 52. Quienes a la luz del contraste entre la valentía de los combatientes y la ineptitud de los comandantes —lamentable paradoja común a todas las guerras— sirvieron como carne de cañón en el desigual combate librado contra la guerrilla”.

    Razones que, consideró el alto tribunal, son suficientes para que las responsabilidades “se fijaran en todos los niveles de la estructura militar” y no únicamente en los comandantes de más bajo rango. Quienes, además, “en parte por las omisiones de sus superiores, no pudieron afrontar los combates con miras a una adecuada protección de los derechos de las tropas”. Pero el Ejército no investigó sino a un coronel y un mayor que “fueron ‘chivos expiatorios’ de cara al establecimiento de responsabilidades”. Con este panorama, el Consejo de Estado ordenó indemnizar a los familiares de uno de los soldados asesinados en esa toma: Ricardo Miguel Ibarra Táquez.

    Esta entidad advirtió que no es la primera vez que el Ejército es condenado por casos similares, pues ya existen decisiones sobre el ataque a la base de Las Delicias (Caquetá), en 1996; la toma del cerro Patascoy (Nariño), en 1997, y la toma a la base militar de Gutiérrez (Cundinamarca), en 1999. Casos en los que “pudo comprobarse que los resultados de dichas batallas, claramente adversos a las filas estatales, tuvieron lugar por los graves errores estratégicos cometidos por el Ejército, que facilitaron que los grupos guerrilleros produjeran numerosas pérdidas humanas”.

    Según el Consejo de Estado, en dichos casos se ha podido comprobar que las fallas “en el dispositivo militar eran conocidas en los diferentes niveles de la cadena de mando y que la entidad demandada no llevó a cabo acción alguna con miras a fortalecer la posición y disposición de las tropas comprometidas”. El Billar sigue siendo una vergüenza nacional tanto por los errores del Ejército como por la barbarie de las Farc. Esta acción marca un hito en 50 años de conflicto armado como una de las mayores derrotas militares. Una historia que regresa en momentos en que el Gobierno y ese grupo armado ilegal buscan ponerle fin a esta guerra.

    jjimenez@elespectador.com

  • ezehl9
    ezehl9Forista
    Forista
    preocupado escribió:
    CarlosJose escribió:
    preocupado escribió:
    Cual paz?
    Ninguna, pero la historia la escriben los vencedores, y eso es lo que están haciendo en este momento, en 10 años veremos muchos jóvenes blandiendo banderas de las guerrillas e idealizándolos porque gracias a ellos se consiguió la paz
    La generación,que no le tocó vivir la violencia.
    Esa que puede poner en el poder a la izquierda ,como ocurrió en Venezuela.

    Pasa cuando no se hace un verdadero ejercicio de investigación histórica respecto de la violencia en Colombia, no se hace porque no solo las guerrillas terroristas hicieron violencia y ciertos sectores de la sociedad no se quieren hacer cargo de sus propias responsabilidades, cuando una sociedad no tiene plena conciencia de lo sucedido y de los errores del pasado pues tiene alta posibilidades de reincidir en esos errores, lamentable.
  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente
    #EnMemoria del Sargento Libio José Martínez, héroe de la patria que hace siete años fue asesinado en cautiverio por las #Farc.13 años, 11 meses y 5 días privado de su libertad que terminaron con un tiro de gracia junto a sus tres compañeros de cautiverio de la @PoliciaColombia


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