Bien, Trueno 1 y Trueno 2, eran dos posiciones nuestras de morteros, soldados peruanos atacaron Trueno 2, logrando matar a 4 de los nuestros, 2 más fueron muertos por error por nuestras tropas. En dicha acción, los peruanos capturaron 2 morteros, uno de 81mm y otro de 60, a más de 15 fusiles HK nuevos. A continuación, un primer relato de varios combatientes, tanto peruanos como ecuatorianos, sobre aquella acción, comencemos por un combatiente peruano:
ATAQUE A TRUENO DOS
Tomas Nieto
Combatiente del BC 19 Comandante Espinar
PARTE IV
Por Jenner Baquero
Caí al fondo de la quebrada aturdido, me tomó unos minutos reaccionar pero
seguía desorientado, se escuchaban aún muchos disparos, ráfagas, explosiones y
gritos, y yo a la verdad no sabia que hacer, me vi acorralado y perdido, como
una medida de desesperación decidí encomendarme a todos los santos para que
esto pase pronto, pero frente a mi solo había una realidad: ¡estaba perdido! no
sabia si ir a izquierda o derecha, adelante o atrás; todo el ambiente me
parecía igual: quería llorar o gritar de desesperación, solo contaba con
segundos, pensaba que en cualquier momento alguien me estaría acechando y me
dispararía, lo peor era darme cuenta que moriria el 22 de febrero, día de mi
cumpleaños.
Arrodillado pensando en lo que iba a hacer, escuché pasos sigilosos que
salían de algún lado: ¿serían peruanos o ecuatorianos? Atiné a correr a un lado
que parecía el más seguro, entonces choqué de frente con alguien, nos apuntamos
simultáneamente con el fusil, justo antes de despacharnos un plomazo nos
reconocimos, éramos peruanos, asomó otro más y ya éramos tres, que inmensa
alegria; charlamos unos instantes y nos encaminamos por la selva medio
erráticamente pero logramos encontrarnos con el grueso de las patrullas, yo
estaba muy alejado de la mia; junto a Héctor, Leonidas y Camaleón fuimos a
apoyarlos pues estaban atrapados en la zona de morteros (Trueno Dos) en donde
seguía el infierno de balas y explosiones por doquier, hay que reconocer la
grande sabiduría, el buen planeamiento y los cojones de nuestros oficiales, sub
oficiales, sargentos renganchados y nosotros, la tropa que supimos entender la
táctica de los ecuatorianos y así conseguir sacar a los compañeros que estaban
atrapados adelante.
En medio de la balacera, el Teniente Rolando llamó y dio instrucciones a
cierto sargento llamado Alfaro Janampa, un habilísimo tirador de RPG 7:
“Dispara aquí...dispara allí”, y él así lo hacía, con toda precisión, entonces
pasamos de atacados a contraatacar, a punta de las explosiones incandescentes
de esta potente arma; cada vez que reventaba uno escandalosamente, nos
tirábamos al suelo e íbamos replegando hacia una altura; en ese espacio
pudieron salir nuestros compañeros atrapados y juntos nos retiramos rápidamente
por que nos llovían los proyectiles del enemigo.
Aunque no me quiero adelantar, a ésta acción, que fue la única realizada el 22, el ejército peruano hasta hoy, la celebra con mucho entusiasmo, el famoso Miércoles Negro, ya iremos desmenusando lo sucedido.
Aunque no me quiero adelantar, a ésta acción, que fue la única realizada el 22, el ejército peruano hasta hoy, la celebra con mucho entusiasmo, el famoso Miércoles Negro, ya iremos desmenusando lo sucedido.
¿Entusiasmo?...Acá nadie se acuerda de eso ecuatoriano, si quieres seguir con estas fabulas e intentar webear a este foro bueno hazlo,pero no vengas a proyectar tus traumas. A los unicos que les arde el 22 de febrero y cada año desaparecen de los foros son ustedes, recuerda...
del 15 de Enero al 10 de Febrero....atención todo el día.
22 de febrero cerrado por dolo...
esa es vuestra agendita.
PD.-en tus relatitos apócrifos sobre el 22 de febrero hablaras de los gases tóxicos, los lanzallamas y los mercenarios japoneses? Ah! no espera, los mercenarios japoneses son de 1941...mintiendo desde décadas pasadas para tapar derrotas. Ecuatorianos.
Me has hecho reir, la verdad es que no se que pensar de tí, pero si es el mismo, claro no con paludismo, enfermo, sino que aparece sentado en diciembre de 2017, por mí puedes seguir hasta el infinito, pero no por ofenderte, tengo mucha más experiencia que tú, soy cuco viejo( es una broma), y ahora si, terminando contigo, que es lo último que te contesto, a menos que vea que vale la pena responderte, te recomiendo que si tienes serias dudas, como se puede apreciar en tus posteos, la solución es muy fácil, preguntale al mismo capitán Cebra, y dile como lo logró, porque ese no es el que tu conoces y aprovecha para tambien preguntarle si fue entrevistado o no, así de sencillo y fácil. Bien, fue un gusto, perder un poco de tiempo contigo.
Saludos,
Si ecuatoriano mitómano, es el mismo. Así como la "y", Cota 1290 y Cota 1061...son lo mismo, jajaja.
En fin todas se quedaron en Perú...no afecta en nada.
Por favor, si van a traer imágenes, subirlas primero al imgur, están subiendo fotos con enlaces de facebook y cuando sean borradas allá, acá tambien se perderán.
Una aclaración, como es que llegan los comandos peruanos del BC 19, a nuestra posición de mortero, conocida como Trueno 2, aquí la explicación de ellos:
El 22 de
febrero de 1995 el BC 19 buscando atacar Tiwintza encontró una pequeña posición
de mortero 81 a medio kilómetro al oeste, al cual el día anterior habían
llegado 30 aspirantes a soldados de la ESFORSE, quienes nada conocían de selva,
de ellos, en el ataque mataron a 4 (Suárez, Robles, Anrango y Santander; los
aspirantes Lamiña y Urquizo fueron muertos por error por la fuerza de reacción
ecuatoriana Dos horas después) llevándose el mortero de 81, el de 60 que la
patrulla de la ESFORSE debía dejar en otra base y 15 HK nuevos. Hay que
recordar que el ataque fue durante la vigencia del alto al fuego.
Vale la
pena aquí nombrar el caso patético del llamado Miércoles Negro (22 de febrero)
cuando la patrulla Gruta del GFE 24 cayó en una mina Claymore muriendo 7 comandos
por su efecto letal, el mismo día en otro lugar, un aspirante de la ESFORSE
murió por la explosión de otra Claymore; en todos los casos, los ecuatorianos
que cayeron y los heridos fueron víctimas de la negligencia de clases
irresponsables y sus oficiales de patrulla (no dieron la información del caso a
las victimas) todos ecuatorianos; el Miércoles Negro murieron 14 valiosos
combatientes, 8 de ellos en dos minas ecuatorianas, los 6 restantes por el
ataque del BC 19 peruano a Trueno Dos. Los 14 fueron declarados “Héroes
Nacionales” asumiendo para todos “cayó en defensa de Tiwintza” para que sus
familias no pierdan los beneficios de los héroes, pero al menos 8 fueron
víctimas de negligentes que hoy caminan tranquilamente por la calle. El 22 de
febrero no hubo combates en la misma Tiwintza, sí enfrentamientos esporádicos
en sus alrededores (revisar reportes de la COE 17 y los Batallones
Contrasubversivos peruanos).
Después escribiré, la historia contada por sus protoganistas, ecuatorianos y peruanos, antes, durante y después del ataque, a Trueno 2.
Bien, nuestra Escuela de Formación de Soldados(ESFORSE), envió al Cenepa 500 soldados, con 3 meses de instrucción, se les informó que irían a lugares seguros, una vez allí, los separaron en grupos de 20-30, les cambiaron su FAL por el nuevecito HK, les dieron un reentranamiento de pocos días, y a cumplir funciones, pero a un grupo, el destino les tendría una gran sorpresa, era TRUENO 2 y serían sorprendidos por un feróz ataque peruano, aquí la historia de uno de los sobrevivientes:
¿QUIERES LLORAR?
Basado en el testimonio del aspirante Marcos Llulluna ESFORSE
Por Jenner Baquero
Corrían
los últimos días del mes de enero de 1995 en la Escuela de Formación de
Soldados del Ejército, (ESFORSE por sus siglas), acantonada ésta en Machachi,
cuando recibimos la orden de preparar el material y equipo para asistir a la
fase de selva en la Shell; para entonces, las tensiones entre Ecuador y Perú
estaban ya encendidas. Viajamos en buses a la Shell, convencidos que iríamos a
la "fase" de preparación antes descrita, pero no sabíamos que la
realidad sería muy distinta, como el destino nos lo revelaría más tarde; ya en
Shell, un pequeño cantón en el oriente ecuatoriano tuvimos diversos
entrenamientos militares al mando del personal de instructores de la misma
ESFORSE, esto es, oficiales y voluntarios hasta que una noche, sorpresivamente
fuimos separados entre nosotros de una manera poco ortodoxa: todo el personal
de aspirantes negros, así como los porta banderines (yo era uno de ellos),
comandantes de paralelo y todos los ex conscriptos fuimos hacia el sector del
patio central de la unidad; allí, luego de unas pocas palabras del subdirector,
Mayor Monroy nos trasladaron hasta el grupo aéreo de Pastaza, donde nos
ordenaron abordar un avión C-115 Búfalo con destino desconocido, cada uno tenía
sus emociones encontradas, según se notaba en las miradas.
Volamos en el búfalo hasta la base de Patuca donde pernoctamos aquella extraña
noche; al día siguiente asistimos a una reunión con el General Paco Moncayo
quien se dirigió a nosotros replicando: “muchachos... tranquilos no tengan
miedo, que ustedes van a realizar un rastrillaje en el sector, a ver si hay o
no presencia de soldados enfermos o perdidos; esa es un área segura... y para
corroborar esto a ustedes les vamos a dar un nuevo armamento"; a
continuación e pasaron una caja de cartón, después de abierta nos indicó un
fusil HK nuevo con 4 alimentadoras y una bayoneta, todo esto estaba embalado en
su respectiva caja, ni él mismo sabia como manipular el armamento
correctamente; peor nosotros, hay que recordar que al momento nosotros
disponíamos del fusil FAL con el cual apenas habíamos acabado el reclutamiento.
Más tarde nos trasladaron hacia el coliseo de la unidad, donde un oficial de
las fuerzas especiales nos indicó: "dejen aquí, lo que ustedes crean
conveniente... lleven únicamente lo que les vaya a servir en la selva"; un
compañero le preguntó si deberíamos llevar la bolsa de dormir y el terno de
deportes a lo cual respondió él: "lleven lo que quieran, en fin... ustedes
van a cargar eso" soltó entonces una carcajada burlona, todas las prendas
que no necesitaríamos las amontonamos en un solo montón en medio del coliseo en
fundas de basura. Horas después estábamos retirando las cajas con los fusiles
nuevos, esto, hasta que llegó la noche; recibimos la orden de dormir en el área
del coliseo.
A la madrugada del día siguiente, con la diana, nos trasladaron hasta un área
cercana al policlínico; en el húmedo ambiente de semi obscuridad se escuchaban
ruidos de ajetreo por el movimiento de personal militar que iba y venía de aquí
para allá; por nuestro lado formamos en dos columnas, allí formaron grupos de
20 hombres y los separaban para el embarque en el helicóptero; en mi grupo
había gente conocida, compañeros de la ESFORSE como Sellan, García, Carvajal,
Montenegro, Gracia, Yépez, Morocho, Lamiña, Andrango, Quijije entre otros;
fuimos los primeros aspirantes en subir al armatoste que volaría rumbo al valle
del Cenepa, hacia lo desconocido; íbamos al mando de un cabo de apellido
Jaramillo. Ya en la aeronave, que se traqueteaba con su monotonía, volamos
durante un tiempo que se hizo una eternidad pues ni sabíamos a dónde íbamos,
peor saber lo que nos esperaba, salvo por las vagas indicaciones del General
Moncayo; sobrevolamos en medio de la incertidumbre, el cabo Jaramillo nos
decía: "tranquilos muchachos... a donde vayamos no vamos a estar solos...
ahí ya están otros soldados quienes nos indicarán lo que tenemos que
hacer"; un tiempo después arribamos a un claro en la selva; era el
helipuerto llamado Montufar, allí al mando estaba un tal capitán Andrade; nos
desembarcaron ubicándonos a un costado del mismo para dar seguridad al
contingente que llegaba destinado a ese punto; en eso nos empeñamos por varias
horas, hasta que el último vuelo llegó con el personal de aspirantes y algunos
oficiales quienes tomaron el mando del personal; entonces nos hicieron
encolumnar en una pica cuyos punteros eran dos soldados guías que ya conocían
el área; nos pusimos en camino por la tupida jungla; el sargento Maderas
durante el recorrido iba haciendo reír a la tropa y la motivaba con frases de :
“quien sirve a la patria no morirá jamás”... “ el destino no mata... pero la
bala sí”; caminábamos por montes y valles, a lo lejos se escuchaban extrañas
detonaciones y balaceras a lo cual algún soldado de la columna gritaba: “Viva
el Ecuador carajo… eso es música para mis oídos”.
Andando por la pica nos llegó la noche, así que nos
dispusieron descansar en el mismo punto en que nos encontrábamos, por todo
cobijo vestíamos un poncho de aguas, a mi lado estaba mi paisano de pueblo, el
aspirante Alfonso Lamiña quien en la obscuridad se la pasaba haciéndome reír
con chistes y anécdotas de la infancia, relatos de la escuela, locuras que
hacíamos en la ESFORSE, reflexiones de la vida, chismes del barrio, etc. Luego
se puso serio y reflexivo, lanzó un suspiro para decirme que él, saliendo de
estas iría a las fuerzas especiales; ese sueño lo compartíamos como jóvenes
soldados, luego devoramos las raciones que llevábamos encima.
Al amanecer nos indicaron que estemos listos para empezar la marcha, me despedí
de mi paisano porque un oficial con un jokey de comando paracaidista gritó:
"que venga el más vivito", y por joda de mi body Alfonso Lamiña fui
yo, claro está, no era más que para que lleve dos cajas de granadas de mano que
ese oficial tenía, el mayor me miró un instante y me indicó que a partir de ese
momento no me aparte de él "ni para orinar" y que peor aún, ni se me
ocurra dejar olvidadas esas cajas; que las cargue y le siga por donde el vaya,
mi curiosidad fue grande por saber quién era ese parchado oficial, así que le
pregunté al sargento Maderas sobre su identidad, a lo cual replicó: "no es
nada más ni nada menos que el famoso comando, paracaidista, maestro de salto,
puma y muchas guaraguas más que el mayor Espinel"…… desde ahí empecé a ser
su body. Enseguida continuamos la marcha por esa estrecha pica hacia algún
lugar de la selva aún desconocido.
Caminamos por la jungla en medio de bromas, risas y sustos; en un pequeño claro
nos cruzamos con un grupo de soldados que cargaban mochilas, ellos se dirigían
al helipuerto Montufar a reabastecerse de víveres; más tarde llegamos a un
pequeño riachuelo que marcaba el inicio de una pequeña ladera que conducía a la
cima donde estaban seis soldados atrincherados: una escuadra formada por un
cabo y cinco reservistas a cargo de un mortero .81, a ese equipo o al sitio, o
a los dos lo llamaban Trueno Dos; allí el mayor Espinel habló inicialmente con
el cabo y dispuso que un grupo de nosotros permanezcamos en el área dando
seguridad, el resto debía continuar la marcha adentrándose en la selva, ellos
se dirigían a una base a la que llamaban "El Maizal".
En Trueno Dos nos mandaron tomar posiciones por parejas en lugares cercanos,
para mantener la comunicación, se dispuso que descansemos un rato; como andaba
solo, me puse a buscar por si acaso a mi paisano Lamiña; él estaba igual que
yo, solo, en un punto cercano a un árbol no muy grueso, allí puse yo mi mochila
y las dos cajas de granadas de mano de Espinel, le dije a Lamiña que ahora le
tocaba cocinar a él, la charla fue interrumpida por la orden del mayor quien
llamó a la patrulla al centro de la base y replicó “ Bueno aspirinas... ya
déjense de huevadas y miedos, ustedes ya son soldados y nuestra misión es
proteger este mortero cueste lo que cueste”, apuntó con su dedo a la selva el
lugar donde estaba el mortero y el lugar donde estaban las granadas del mismo,
un hueco profundo con una cubierta de palos, trinchera de los morteristas…. “no
se preocupen...ésta área está completamente segura... está muy bien trampeada
por este personal" haciendo referencia a los reservistas..."mucho
cuidado con alejarse un poco hacia la selva adentro que esta minado
completamente el perímetro, así que esos cagones me avisan antes de irse por
ahí”… el cabo morterista nos volvió a recalcar que debíamos cuidarnos de
alejarnos de las posiciones ya indicadas... "pónganse a limpiar su
fusil... preparen su comida, siempre uno dando seguridad mientras el otro hace
cualquier cosa y por turnos... listo… el área está muy segura con la gran
cantidad de granadas de mano, explosivos, con los que se trampeó, y las minas
que se pusieron por todo el área para seguridad del mortero, así que pilas
hijos, ya despierten que acá estamos seguros y háganles caso a estos
reservistas que ellos saben muy bien por donde caminar" y recalcaba que el
punto donde se veía un claro era un barranco, que por ahí ni Mac Guiver podría
pasar.
Cada cual se acomodó en su posición; nosotros nos pusimos a preparar los
alimentos.
Provengo
de una familia pobrísima de un pueblito en Zamora en el cual me crié lleno de
necesidades. Desde chico andaba y desandaba las trochas de la selva, a esa
experiencia natural, con los años, adicioné un título artesanal que me permita
trabajar en algún humilde oficio y ayudar a la supervivencia de la familia.
Gracias a que cierto Coronel nos debía un “favor”, aún sin tener yo un título
de secundaria, pude ingresar a la Escuela de Formación de Soldados (ESFORSE) en
1994 mientras hacía la conscripcion. Para el pueblo mi partida fue un progreso,
el primer “hijo ilustre” que se hacía militar profesional. Luego de despedirme
de todos, tomé el bus y emprendí el lejano camino hacia las cercanías de la capital
como a mil kilómetros de mi pueblo, lo más alejado que había conocido en mis 19
años de vida era Loja, nada más al norte. El viaje fue lleno de peripecias,
pareciera que el destino se oponía a que yo tome el camino de las armas, el día
de la presentación en Machachi llegué herido y maltrecho, el bus aquel tuvo un
choque impresionante, no lo suficiente como para disuadirme de no entrar al
curso como aspirante.
El
reclutamiento en el frío cerro “El Corazón” no me sobresaltó, desde la
conscripción había desarrollado una habilidad importante en tiro de fusil; ya
en el cerro, en los concursos entre compañías solía pegar “5V” a cualquier
botella que pusieran para reventarla de un solo proyectil de FAL, “compañía que
dispare bien se retira a descansar”.
Cierta
noche, cuando llevábamos varios meses en la escuela, nos llevaron a “disfrutar”
de un concierto chichero; ya aburrido a la medianoche, junto a algunos
compañeros de la tercera compañía fuimos a dormir, llegamos haciendo “relajo” a
la cuadra; un Sargento que descansaba allí se levantó molesto y para
desquitarse ordenó a todos los que estábamos en la cuadra que hagamos guardia
con él; amanecimos aturdidos por la falta de sueño. En la mañana la disposición
fue que debíamos abordar los buses que nos llevarían a la SHELL, el concierto
de la noche anterior había sido la “despedida”, la guerra nos esperaba.
En la selva estaba yo en mi medio, aunque de alguna manera sabía desempeñarme
como soldado, estaba consciente que desconocía del real desempeño en combate;
la breve instrucción en la base de iwias ayudó de alguna manera, pero yo más
bien desconfiado me dije: “Nixon, arrímate a un buen comandante y aprende de
él”, ubiqué a un oficial que estaba allí, vestía un uniforme muy parchado,
parece que incluso era “Puma” y no lo perdí de vista.
En Patuca
me escabullí en la patrulla del oficial de fuerzas especiales y subí al
Superpuma con ellos; digo bien “me escabullí” ya que la organización del
personal en el sitio era un verdadero relajo, entonces no tuve problema de sumarme
a esa patrulla, volamos sobre los árboles, yo iba confiado en mi nuevo
comandante.
Nos
lanzamos del helicóptero en un pequeño claro de la selva, ya desde el aire se
veían unos pocos palos en el suelo lleno de lodo, era el “Helipuerto Montufar”.
Tan pronto pudimos, nos encolumnamos sin disposición alguna, sin comandante,
sin rumbo fijo y sin misión específica salvo la de llegar a “Tiwintza” por la
tormentosa y brumosa jungla; en mi caso iba yo fielmente siguiendo a “parches”,
el oficial de la SHELL.
Que
triste era ver a mis compañeros serranos, trepa cerros, en un hábitat diferente
al suyo: tropezaban, caían, sudaban, “nadaban” en el lodo, sus uniformes y el
HK nuevo estaban bañados en fango, en mi caso la marcha era natural, para
ellos, una odisea. La demora en la trocha era crónica debido a que cada uno
tenía que trasladar armamento para el uso de alguna unidad. El eco de lejanos
disparos quitaba la calma a la selva;, tuvimos que pernoctar en la pica porque
se hizo tarde, mis compañeros se desplomaron donde les cogió la noche, esa
noche lluviosa y llena de presagios.
De camino
a Tiwintza llegamos a cierta posición desde donde aquel día mortereaban a algún
sitio en la selva, nos acercamos con curiosidad, yo vi a 3 reservistas que
operaban el mortero, ellos nos trataron con mucha amabilidad. Parches dijo:
“aquí nos quedamos” y ordenó dar “seguridad” en el sitio, así de general la
orden, cada cual buscó un lugar por aquí y por allá; yo me acomodé cerca de un
árbol para dormir, le di doble vuelta a la camiseta en mi cara para evitar las
picazones y traté de conciliar el sueño.
Al día
siguiente me puse a analizar el lugar donde nos encontrábamos, decidí hacer mi
posición cerca a la pica que venía de Montufar, Parches muy tranquilo nos
advirtió que todo estaba minado, entonces había seguridad, y como además
estábamos en la retaguardia, ¿para que preocuparse?
Y de pronto comenzó el infierno, el ataque de los comandos peruanos se hizo realidad :
( versión de comando peruano entrevistado por nosotros )
ATAQUE A TRUENO DOS
Tomas Nieto
Combatiente del BC 19 Comandante Espinar
Por Jenner Baquero
El Teniente Rolando dio la orden de ataque a la patrulla y entramos con todo
dentro de la base de los ecuatorianos: el inmenso cabo Huaman Apaza llevaba la
MAG, Claudio, el Jachi, el lanzagranadas; los 24 reventamos por todo lado; el
combate no era nuevo para nosotros dado que con la subversión habíamos vistos
sangre y balacera, pero nada se parecía a lo que pasó en el Cenepa.
De aquel primer reventón cayeron inmediatamente los soldados muertos que
habíamos acechado desde la jungla poco antes; al verlos caídos con los miembros
destrozados me daba inmensa tristeza porque ellos eran soldados como nosotros;
unos tenían tiros en la cabeza, cara, nariz...por todas partes; por otro lado,
los sobrevivientes sostenían el tiroteo defendiéndose mientras desalojaban la
base cuyo ambiente dejaba escapar un profundo olor a pólvora. Enemigo que iba
cayendo, le íbamos desvalijando la mochila, llevábamos días sin comer mientras
viajábamos a paso forzado por la selva lluviosa, húmeda de día y fría de noche,
teníamos hambre y cansancio. Uno de los combatientes, sargento reenganchado
(reservista) desde su trinchera tipo vietnamita aun sabiendo que sus compañeros
estaban muertos nos desafiaba con ferocidad, nos sorprendió su valor, tomando
en cuenta que el ataque sorpresa los había destrozado sin posibilidad de
recuperación; quisimos tomarlo prisionero pero parecía no dar su brazo a
torcer, el teniente hizo lo posible por intimidarlo pero tuvimos que someterlo
lanzando una granada en su posición, no volvió a gritar ni disparar.
Empezamos a devorar con voracidad la comida que allí había: máchica,
galletas, chancacas (panela), cancha a granel (canguil), sopas y muy buenas
conservas.
Los ecuatorianos se habían lanzado por el lado de la quebrada y nosotros nos
quedamos alerta pues imaginábamos que ellos volverían en gran número, Rolando
nos ordenó que tiremos por la pendiente todas las granadas de mortero que había
allí pues decía que ellos vendrían con otro mortero, ocuparían esas mismas
granadas y nos sacarían “el ancho” en nuestro repliegue, las granadas eran
muchas; luego sugirió que los suboficiales disparen el mortero hacia la
quebrada para destruir a los que habían sobrevivido y estaban en franca huida.
En hacer todo aquello, empacar los fusiles y el mismo mortero (pude apreciar
mientras empacaban, unas planchas de metal) se fue como 1 hora y media, fue
cuando alguien gritó: “los monos van llegando”, y empezó una balacera infernal
con una potencia de fuego enorme de su parte.
Y cómo sintieron ese ataque, nuestros soldados ESFORSE, aquí continúa con su relato, el aspirante Marcos Llulluna:
Por Jenner Baquero
Ya en Trueno Dos, la posición de los morteristas adonde habíamos llegado el
día anterior con las patrullas de la ESFORSE le devolví la mochila al mayor y
me fui a mi posición donde estaba mi compañero, yo me hallaba muy hambriento,
cuando le pregunté a mi promoción si tenía algo de comer, él me dijo divertido
que ya se había comido mi rancho, Espinel me llamó al rato para extenderme una
lata con algo de arroz con frijoles y una funda de habas secas.
Se escuchó en la base, el cadencioso y violento ruido del disparo del mortero;
los golpes eran tan continuos que los morteristas pidieron ayuda para pasar las
granadas, lo cual hicimos los que estábamos muy cerca de allí, luego, se paró
el bombardeo unos momentos para realizar ciertas correcciones y entonces se
retomaron los continuos disparos, a poco, el caliente mortero se hundió en el
fango, algún morterista gritó: "soldados... vengan a ayudar... se enterró
el mortero… ", el mayor Espinel que estaba cerca echó también una mano, se
separaron las partes del arma: el tubo del plato base, el cual fue halado por
Espinel, alguien cavaba con un pico allí debajo para apurar la funcionalidad
del mortero .81 que daba apoyo de fuego al sector de Tiwintza.
Empeñado también en la labor de sacar del fango el pesado mortero sentí un
estruendo inmenso a la vez que un brutal estallido me lanzó a un costado del
arma, terminé boca abajo, lentamente levanté la cabeza atontado aún y miré a un
soldado que corría pica abajo, otros dos se lanzaron hacia un costado de una
posición que estaba cercana a ciertos matorrales secos, el infierno de fuego se
venía encima, ingresaron como una sombra soldados bien armados y uniformados
con mochilas, acompañados de otros en pantalón corto y camisetas atigradas;
disparaban todos a diestra y siniestra sin apuntar a algún blanco en especial,
apoyados de ametralladoras, venían del sector por donde nos habían advertido el
día anterior que no nos acerquemos por que estaba "muy minado" y
"fuertemente trampeado", que "habían explosivos por todos
lados", los invasores de la base disparaban con toda su potencia de fuego
consistente en fusiles, ametralladoras, lanza granadas y Rpg-7; era una escena
irreal escuchar las explosiones, ver y oír los impactos de misiles y
proyectiles destrozando la vegetación, sentir el olor a pólvora quemada;
volaban astillas que se desprendían de las cortezas y nos caían en la cabeza;
los silbidos de las balas rozando las orejas provocaban escalofrío; las hojas
de los arboles descendían al lodo como picadillo.
"Dispara...dispara...no apuntes que se nos vienen encima"; era la voz
del cabo Jaramillo que me sacaba de mi amortiguamiento mental, ese en el cual
te entregas nada más a la muerte; "Solo dispara aspirante..."; sentí
entonces que alguien tiraba de mi suspender levantándome de un tirón del suelo;
me arrastraron hasta la seguridad de un árbol, era el mismo Jaramillo; "Corre...sígueme
para salvarnos porque ya todos los demás están muertos…. " me dijo con
decisión; me quedé pasmado del miedo, él me empujó fuertemente, no respondí
nada y por instinto le seguí al monte, ladera abajo, corrimos hasta llegar a un
pequeño riachuelo, allí nos escondimos tras un gran árbol; el miedo se había
apoderado de mi, claro, tenía 4 meses como aspirante, en fase de aulas,
estudios teóricos, sin experiencia en combate , sin curso de selva, creyendo
que todo había terminado en esa guerra, que estaba en la retaguardia, que se
había firmado la paz , que pronto iríamos a casa; que diferente hubiera sido
ahora entrar en ese conflicto como soy, un soldado de fuerzas especiales e
instructor de comandos y no como prácticamente un muchacho indemne.
Se escuchaban a la distancia las fuertes detonaciones, muy fuertes, se
distinguían los gritos que decían: "corran monos conche su madre, hijos de
[[Editado por el sistema]], que les vamos a matar a todos", los escuchábamos en silencio,
Jaramillo me dijo: "tranquilo pelado... si quieres llorar, llora no más…
nadie te va a ver aquí…", me encontraba muy asustado pues no salía del
asombro de lo que había pasado en cuestión de minutos. Con el decurrir del
tiempo, los disparos se hicieron más escasos, yo aún temblaba del miedo, el
cabo me ofreció un cigarrillo para tranquilizarme, inútil esfuerzo pues al
rebuscarnos el uniforme caímos en la cuento que ni él ni yo teníamos con que
prenderlo.
En un par de horas la selva quedó silenciosa, Jaramillo me dijo:
"Tranquilo... más tarde nos movemos de aquí", de pronto se escuchó
nuevamente una balacera descomunal, a las explosiones y disparos les siguieron
extrañas maldiciones, eso duró por varios minutos hasta que fueron de a poco,
se notó que el enfrentamiento fue muriendo hasta convertir la jungla en un
silencio mortal; otra vez la estela de miedo e incertidumbre se apoderó de
nosotros ¿que había sucedido?
Detrás del árbol cerca al riachuelo nos llegó la tarde, la noche vino después
de una eternidad: "Acomódate bien y ten listo tu fusil cargado y sin
seguro... a todo lo que se mueva y se acerque a nosotros le disparas, no dudes
en hacerlo que nuestras vidas dependerán de eso" replicó el cabo, entonces
nos pusimos espalda con espalda y así pasamos esa amarga e interminable noche,
una de las más largas de mi vida.
El húmedo amanecer trajo consigo una pequeña llovizna, la tenue voz de
Jaramillo rompió el silencio preguntándome: "¿cuántas alimentadoras
tienes?"; "Dos..." le dije, "llena... una sola llena"
; "tranquilo pelado...vamos a subir de nuevo al puesto donde estábamos, a
ver que hay... como tú conoces a donde fueron ayer con el mayor Espinel nos
vamos para allá, eso está claro… "; le respondí que está bien, que sí
recordaba el camino, de alguna manera; nos pusimos en marcha muy despacio por
el peligro de alguna emboscada; parecía un largo camino hasta aproximarnos a
Trueno Dos, al fin, tensamente llegamos a unos 5 metros, nadie estaba allí, al
menos no con vida; la visión era de impacto; todas las cosas que habían en las
mochilas tulas estaban regadas en la selva, era una escena de pillaje en tiempo
de paz: restos de alimentos, prendas de vestir de colores y tamaños rasgadas o
tiradas simplemente, distintos tipos de munición, etc.
Con todo cuidado caminamos para mirar de cerca a 3 aspirantes que yacían
acribillados, uno de ellos que estaba boca arriba, tenía un tiro en el pecho,
los otros dos estaban boca abajo, ninguno de ellos llevaba armamento; "No
toques nada..." me dijo el cabo Jaramillo; "Fíjate bien por dónde
pisas...estos hijos de [[Editado por el sistema]] han de haber trampeado el área...no cojas
nada...vamos a buscar algo para comer en la posición de los morteristas" ;
yo tenía un nudo que apretaba mi garganta, me daban ganas de llorar, el miedo a
lo desconocido y lo desconcertante de la situación hacía que el estómago se me
reduzca, ni siquiera tenía hambre; como por instinto dirigí mi mirada a la
posición en la que había estado antes mi compañero Lamiña pero allí no había
nadie, ni nuestras cosas, miré alrededor, a unos 5 metros de mi antigua
posición estaba el cuerpo de un soldado boca abajo, muerto, en verdad no sabría
decir si fue él o no. Mientras me entregaba a mis pensamientos grises, me llamó
la atención la voz de Jaramillo: "acuérdate bien por donde salieron ayer
con mi mayor Espinel y vamos... camina suave con el fusil apuntando al frente;
si ves algo me avisas, te ocultas tras algún árbol; si no responde le disparas
y listo…."; con esa consigna abandonamos la desolada Trueno Dos;
caminábamos despacio, con mucho cuidado, por varias horas entre la peligrosa
jungla con el peligro de la posible presencia de patrullas enemigas de
aniquilación o las propias, que nos confundiesen con enemigos, además estaban
las posibles minas y trampas regadas por allí para matar o herir a los
desprevenidos.
Caminando muy despacio por largo tiempo llegamos a un claro, se veían soldados;
le avisé de esa novedad a Jaramillo, el lo verificó y se decidió a gritar:
¡Ecuador!...¡Ecuador!; llamando la atención de un soldado que respondió
inmediatamente: ¡quédense quietos... no se muevan... están en un campo minado!;
nos quedamos helados los dos; el cabo pensó en voz alta: ¡que [[Editado por el sistema]]... solo eso
faltaba, ayer nos salvamos por un pelo y ahora nos metemos en esto!, y replicó
tomándome el brazo: "Si saltamos...que sea juntos, porque si hasta ahora
estamos vivos ha sido porque hemos estado juntos en esto… "; cada paso era
una eternidad; sudábamos tragando saliva ante la mirada atónita de los soldados
que compadecidamente elevaban plegarias silenciosas por nosotros hasta que al
fin nos libramos de ese campo de la muerte, todos respiramos tranquilos.
"Quienes son ustedes y que [[Editado por el sistema]] hacen aquí" nos dijo un oficial a
quien identificamos después como "La bruja", es decir el mayor Albán;
habló el cabo diciéndole: "ayer nos atacaron en Trueno 2... hay más
soldados perdidos en la selva, regados por ahí, vimos muertos en la posición
del mortero, 3 que estaban cercanos a la pica y otro un poco más lejos, no
sabemos cuántos más habrán; además todas las cosas de los aspirantes están
regadas en la selva, por seguridad no buscamos en el sector, y bajamos rumbo a
este punto"; el mayor nos hizo muchas preguntas y al final nos indicó que
nos integremos a ese grupo hasta que veamos donde nos asignarían alguna
responsabilidad. Al dirigirnos hacia el centro de aquella Base reconocí a más
compañeros como eran el orejón Carvajal, Jaramillo, Quintero y al tigre Zurita
que también fue nuestro instructor, entre otros; él nos ofreció un poco de
comida a la vez que nos interrogaba sobre lo sucedido el día anterior.
Y en el mismo ataque peruano( Miércoles Negro-Febrero 22 de 1995), otro de nuestros aspirantes de la ESFORSE, nos relata su experiencia:
Paracaidista
Nixon Gonzalez (GEO)
Por
Jenner Baquero
Acomodé
restos de tronco selvático en mi lugar y me puse a cavar con la bayoneta del
HK, entonces escuché una explosión diferente a la de los morteros, ¿que será?
me dije, fue cuando empezó a llover y me fijé en las “gotas”, ¡eran hojas
desmenuzadas que caían de los árboles, se escucharon gritos y se desató de una
vez una tremenda balacera, miré por entre el follaje numerosos soldados que
entraban a la base, llevaban boina, eran los peruanos, entonces pensé
rápidamente en el riachuelo que estaba más abajo y me dije que todo curso de
agua en la selva lleva a un río, ese río debía ser el Cenepa o el Tiwintza,
siguiéndolo llegaría a alguna base donde estarían soldados ecuatorianos, quizás
la misma Tiwintza; tomé mochila, fusil y una caja de granadas que había cogido
en Montufar y salí del ataque, a “Parches” no lo vi más.
Caminé
silenciosamente por el riachuelo en tanto apreciaba a mis compañeros correr en
todas direcciones y sin cuidado alguno, entonces cesó la balacera. Llegué un
tiempo después al Maizal, no me presenté ante nadie, simplemente me acomodé por
allí en alguna posición, el “relajo” en cuanto al control del personal seguía
tal como en Patuca; alguien me preguntó de donde venía, le dije que del atacado
puesto de morteros;, me dispusieron que acompañe a la fuerza de reacción del
Teniente Iturralde hasta las faldas de Trueno Dos y volví al Maizal.
Y comenzó nuestro contraataque y desalojo de los peruanos en Trueno 2, causándoles 2 bajas mortales, que fueron dejados en el sitio, y lo más increíble además de preocupante, es que fue realizado por solo 7 hombres:
ATAQUE A
TRUENO DOS
Tomas
Nieto
Combatiente del BC 19 Comandante Espinar
PARTE III
Por
Jenner Baquero
Quien gritó dando aviso que llegaban los ecuatorianos era un sargento
(reservista) quien estaba parado en un tronco. Una balacera del carajo con una
potencia de fuego brutal nos empezó a llover mientras aún nos deshacíamos de
las granadas de mortero; los ecuatorianos habían subido con venganza. En pleno
combate, mientras aún estábamos desorientados, veo caminando y sollozando a mi
promoción Victor Merino Huaraca, hoy alcalde de su pueblo en provincia, me dice
“promo, se trabó mi fusil...no dispara”, el fusil era un Galil 5.56 con culata
plegable (1). En tanto seguia la lluvia de proyectiles y explosiones, dejo mi
fusil a un lado, miré la palanca de armar, se había quedado trabada, había que
halar, y a pesar que su fusil estaba sin cacerina (alimentadora), sin cubierta,
casi desarmada, yo coloco el cañón en mi estomago mientras él tiraba de la
culata, algo me decía que no haga eso, subí la trompetilla del fusil más bien,
entonces salió violentamente un tiro del arma que me pasó silbando la oreja y
me hizo caer a un lado muy atontado; cuando me repuse, Merino estaba llorando
diciendo “lo maté”, cuando me paré, el se acercó y nos abrazamos pero no había
tiempo que perder, así que seguimos adelante tratando de repeler el ataque.
La
balacera recrudecía, yo vi un hueco y me metí rápidamente en él, se sentía el
olor intenso de la pólvora, el humo resbalaba hasta la garganta, entonces me
dije: ¿y si me cae una granada? en el hueco no tendré escape, no que hubiese
mucha esperanza pues parecía que unos mil hombres nos disparaban de todos
lados. Salí como pude del escondite y comencé a disparar retrocediendo, allí
fue que me caí a un abismo profundo.
Los
peruanos pensaban que la fuerza de reacción ecuatoriana entraría en gran número
a tratar de recuperar la base, ellos entonces deberían defenderse del ataque
con toda la capacidad que tuviesen, de allí la desesperación de Merino por no
poder disparar para salvar su vida; a diferencia de lo que pensaban los
peruanos por impedir la selva distinguir la situación visualmente, los
ecuatorianos más bien buscaban “ablandar” el sitio con fuego de RPG7,
ametralladoras, cohete law y granadas para entonces avanzar cautelosamente a
recuperar la base, lo que se hizo con una ametralladora MAG; la fuerza de
reacción era poco numerosa y en ningún caso hubiese echado mano del ataque
frontal como se imaginaban los del BC19. La operación ecuatoriana en Trueno Dos
del 22 de febrero al mediodía es muy parecida a la aplicada en Base Norte el 26
de enero a las 17:50: ablandamiento y avance. Los infantes y comandos peruanos
en el Cenepa en cambio, solían realizar ataques frontales con el factor masa y
una gran potencia de fuego.
Esta parte ya la escribí, pero repito para que tenga sentido, el relato del comando peruano:
Caí al fondo de la quebrada aturdido, me tomó unos minutos reaccionar pero
seguía desorientado, se escuchaban aún muchos disparos, ráfagas, explosiones y
gritos, y yo a la verdad no sabia que hacer, me vi acorralado y perdido, como
una medida de desesperación decidí encomendarme a todos los santos para que
esto pase pronto, pero frente a mi solo había una realidad: ¡estaba perdido! no
sabia si ir a izquierda o derecha, adelante o atrás; todo el ambiente me
parecía igual: quería llorar o gritar de desesperación, solo contaba con
segundos, pensaba que en cualquier momento alguien me estaría acechando y me
dispararía, lo peor era darme cuenta que moriria el 22 de febrero, día de mi
cumpleaños.
Arrodillado pensando en lo que iba a hacer, escuché pasos sigilosos que
salían de algún lado: ¿serían peruanos o ecuatorianos? Atiné a correr a un lado
que parecía el más seguro, entonces choqué de frente con alguien, nos apuntamos
simultáneamente con el fusil, justo antes de despacharnos un plomazo nos
reconocimos, éramos peruanos, asomó otro más y ya éramos tres, que inmensa
alegria; charlamos unos instantes y nos encaminamos por la selva medio
erráticamente pero logramos encontrarnos con el grueso de las patrullas, yo
estaba muy alejado de la mia; junto a Héctor, Leonidas y Camaleón fuimos a
apoyarlos pues estaban atrapados en la zona de morteros (Trueno Dos) en donde
seguía el infierno de balas y explosiones por doquier, hay que reconocer la
grande sabiduría, el buen planeamiento y los cojones de nuestros oficiales, sub
oficiales, sargentos renganchados y nosotros, la tropa que supimos entender la
táctica de los ecuatorianos y así conseguir sacar a los compañeros que estaban
atrapados adelante.
En medio de la balacera, el Teniente Rolando llamó y dio instrucciones a
cierto sargento llamado Alfaro Janampa, un habilísimo tirador de RPG 7:
“Dispara aquí...dispara allí”, y él así lo hacía, con toda precisión, entonces
pasamos de atacados a contraatacar, a punta de las explosiones incandescentes
de esta potente arma; cada vez que reventaba uno escandalosamente, nos
tirábamos al suelo e íbamos replegando hacia una altura; en ese espacio
pudieron salir nuestros compañeros atrapados y juntos nos retiramos rápidamente
por que nos llovían los proyectiles del enemigo.
Mientras y previo a su desalojo por parte de nuestra tropa, cómo la estaban pasando los peruanos, en la capturada Trueno 2:
Trueno Dos 11 am del 22 de
febrero de 1995; Miércoles Negro; hacen 5 días que Ecuador y Perú han firmado
el alto al fuego en Brasil; los peruanos aprovechando ese alto al fuego se han
infiltrado y apoderado de la base del mortero mediante el factor sorpresa;
ahora hurgan hambrientos en las mochilas-tulas que están en el suelo;
pertenecían a un mayor ecuatoriano, su teniente, algunos soldados y unas dos
docenas de aspirantes que han alcanzado a replegarse de la infiltración peruana
excepto cuatro de sus compañeros
quienes yacen muertos en la base;
tenían menos de 24 horas en el valle cuando fueron asesinados. Los atacantes
charlan animadamente y se ríen entre ellos por el golpe de suerte que ha
significado encontrar tal cantidad de comida; tiran los artículos personales en
el suelo selvático eligiendo cuidadosamente lo que les pueda servir para
sobrevivir en las duras condiciones de la selva; buscan así mismo información
que llevar al PV1; eso incluye cuadernos, diarios, fotos y demás que serán
entregados a la prensa de su país demostrando que han tomado “Falsa Tiwintza”;
de vez en cuando se escucha un “Viva el Perú…carajo”; muy cerca de allí y en la
misma base, en un disimulado escondite camuflado con un tronco caído está el
cabo ecuatoriano Bolívar Loayza jefe del mortero junto a dos aspirantes y un reservista;
los demás ecuatorianos están muertos o han replegado a Montúfar, al Maizal o
están perdidos en la selva. Loayza silenciosamente despacha al reservista Edgar
Rivadeneira: “Flaco…anda a buscar ayuda al Maizal…ve con cuidado…nuestra vida
depende de ello”; Rivadeneira sale de ese escondite que fue trabajado por los 7
morteristas durante su estadía en el lugar y les servía para guardar algunas
provisiones y pertenencias personales. Loayza y los dos aspirantes agazapados
vuelven a ese hueco sin saber si éste se convertirá en su sepultura; entre
todos tienen apenas 3 proyectiles y un solo fusil… defectuoso. El cabo Sánchez;
radio operador en el Maizal recibe un extraño mensaje desde Trueno Dos “Ven pues mono concha tu madre… ¿a dónde
quieres que dispare el mortero...ah?...gracias por la comida
[[Editado por el sistema]]…”, es muy discreto en avisar a su comandante de la grave situación.
Cerca del Maizal en la posición llamada la “Punto Cincuenta” el Mayor Albán
recibe al aspirante de la ESFORSE Wilmer García alias “Pollo Bobo” (foto a la
izquierda) quien agitado llega desde Trueno Dos a darle parte de que los
peruanos se han tomado la base del mortero; “Pollo Bobo” por un golpe de suerte
conocía la trocha que bajaba de la base del mortero al Maizal pues el día
anterior había ido a recoger agua a una acequia
cercana; por eso ha encontrado rápidamente la " Punto Cincuenta"
y ahora es el primero de los sobrevivientes en dar el terrible parte.
Y así comenzó nuestro ataque y desalojo, de los comandos peruanos del BC 19, de Trueno 2:
TESTIGOS
DEL MIÉRCOLES NEGRO
ENTREVISTA
AL PARACAIDISTA SILVESTRE CAILLAMARA
COMBATIENTE
EN EL MAIZAL
Del libro
“De la Cruz al Trueno”
Por
Jenner Baquero
Ese
Miércoles 22 de febrero del 95 estaba en mi posición en el Maizal; en ese
tiempo y desde que habíamos llegado al sitio, los bombardeos de mortero de los
peruanos nos saludaban dos veces al día; los tiroteos de fusil y ametralladora
eran frecuentes también y se escuchaban claramente en la selva, estábamos tan
habituados a ello que prácticamente los ignorábamos, tanto así que el ataque
peruano a Tiwintza, a 500 metros del Maizal el 21 de febrero pasó como un día
cualquiera para nosotros, acostumbrados al estruendo.
Antes del
mediodía de ese miércoles, el teniente Miguel Iturralde pasó apresuradamente
ordenando: “El voluntario de cada posición venga conmigo, el aspirante se
queda”; cada trinchera era ocupada por un aspirante de la ESFORSE y un
voluntario (clase) excepto en algunas trincheras donde estaban dos aspirantes y
ningún voluntario. Salí yo de mi posición y seguí al teniente.
Había
llegado yo al Cenepa días atrás desde el Hospital Militar General 1 de Quito
adonde me habían dado el pase desde las Fuerzas Especiales por una lesión; cuando
mi tratamiento estaba a punto de finalizar llegó la guerra y me ordenaron
trasladarme a Patuca, fuimos con otros compañeros en bus hasta la Shell y de
allí en avioneta civil (los compatriotas apoyando el esfuerzo de guerra de las
Fuerzas Armadas) hasta Patuca; un helicóptero nos depositó a metros del suelo
equipados y armados con el FAL sobre el suelo fangoso del Maizal: allí ni nos
conocíamos y prácticamente no conocíamos a nadie, ni siquiera a los
comandantes.
A poco de
llegar al Maizal y cuando nos instalamos en las posiciones para adecuar las
trincheras, se acercó a nosotros un sargento que era francotirador y nos dijo:
“Tienen suerte ustedes de estar conmigo”; de ver sus destrezas de tiro nos
sentimos seguros, yo como cabo estaba satisfecho de rodearme con gente
especializada que protegerían mi espalda, por otro lado, yo debía
responsabilizarme del aspirante que estaba a mi cargo, había sido enviado desde
las aulas directamente a la guerra.
De nueve
posiciones en el sector: ocho voluntarios y un aspirante de la ESFORSE
marchamos con el teniente Iturralde a cumplir la misión, él brevemente explicó
que por orden del mayor Alban debíamos encaminarnos a Trueno Dos por cierta
infiltración peruana en el sitio. Saliendo del Maizal nosotros, apareció allí
un soldado con la cara ensangrentada y la mirada perdida, le relató al oficial
en breves palabras lo ocurrido en la posición de morteros; Iturralde le dijo
que marche con nosotros hacia allá pero él se escabulló y como apareció,
desapareció otra vez.
Tomamos la
pica de subida que llevaba a Trueno Dos, íbamos encolumnados, yo estaba
penúltimo y el aspirante cerraba la pequeña patrulla, él estaba muy pálido,
color de vela de cebo y macilento, yo le dije: “Tranquilo hijo, así como subes
sano, bajarás sano...te lo garantizo”; a nadie de esa columna conocía yo.
Mientras subíamos por la pica, uno del grupo se volvió, era el francotirador,
al pasar junto a mi, le pregunté que adonde se iba, él dijo “a la retaguardia”,
¿como que a la retaguardia?, se volvió al Maizal rápidamente el que nos decía
“tienen suerte de estar conmigo”.
Como a
media loma, la pica torcía a la izquierda por efecto de cierta pared, allí
pegado a esa pared había un voluntario diciendo a los demás: “sigue,
sigue...pasa...pasa” y hacía ademán con la mano, lo entendí perfectamente, el
cobarde mandaba pasar a los demás para quedarse en la cola y volver al Maizal,
cuando estuve junto a él le dije que se mueva, que camine, el tipo me dijo:
“Pasa, pasa...sigue, sigue”, ya éramos solo 7 en la columna.
En la parte
alta de la loma, me sorprendí al mirar dos aspirantes medio sentados junto a un
árbol, estaban muertos, no veía yo heridas ostensiblemente claras ni sangre,
¿habrá sido alguna onda expansiva?...¿esquirlas de granada?, no había tiempo
para revisarlos, solo seguí caminando impactado por ver así a nuestros
compañeros, venir a morir de ese modo sin estar apenas preparados para la
guerra, 5 meses atrás apenas serían unos civiles, quizás solo estudiantes.
En cierto
punto de la montaña, el teniente Iturralde con 4 hombres más se tendieron
camuflados por la vegetación, yo me tendí junto a uno de ellos pero en mi
posición quedaba yo al descubierto, empujé con el codo al fusilero de alado y
le dije entre susurros “hazte más allá...córrete un poco”, quedaba yo demasiado
expuesto ante los peruanos; el tipo no me hizo caso, le zarandeé pero no se
movió, le levanté la cabeza y esta volvió a caer al suelo...era uno de los
muertos, impresionado me separé a la izquierda, pero los árboles eran pequeños
y delgados, no podía camuflarme; miré hacia atrás, allí había dejado al
aspirante en un buen tronco, su HK estaba sin seguro y en modo ráfaga “dispara
a todo lo que se mueva” le había dicho yo.
Tendido y
expuesto en esa frágil vegetación yo era fácilmente visible y pensé: “Si ese ha
sido mi destino...¡que así sea!” y me resigné a morir; allí, a pocos metros
escuchaba la fiesta de los peruanos, alguien dijo “gracias a los monos estamos
comiendo”; a la verdad ellos hablaban fuerte y no se preocupaban por lo que
pudiese suceder, no se esforzaban en vigilar o mantenerse en silencio, y así
pasaron los minutos, pero el teniente no daba orden de fuego.
Estaba yo
tenso en mi posición cuando alguien vino agazapado y se colocó junto a mi,
valiente el tipo, tenía una ametralladora, me levantó el pulgar a modo de
saludo, estábamos expuestos los dos, su actitud me dio un baño de adrenalina y
un ánimo profundo; se llamaba Fausto Ninacuri lo averigüé hace poco; Fausto
trataba de mirar hacia los peruanos, quería entender la situación, dejó la MAG
un momento haciéndome señas y empezó a avanzar hacia la base tomada por el
enemigo para hacer una inspección; al volver, satisfecho por haberse dado una
idea de las circunstancias, al volver pisó una rama, enseguida los peruanos se
callaron; el teniente Iturralde y sus hombres (4 entre todos ellos incluyendo
el aspirante) descargaron toda la potencia de fuego en dirección de la base,
Ninacuri tomó la ametralladora y empezó a subir disparando en abanico; el fuego
de los peruanos hacia abajo se hizo intenso; yo cubría el avance de Ninacuri y
luego él el mío, cuando disparaba en abanico yo avanzaba; los peruanos
empezaron a replegarse no sin defensa.
Mientras
avanzábamos los dos, se nos aproximó uno de la patrulla, tratamos de armar con
él un Cohete LAW pero estábamos tan tensos que ni él ni yo pudimos hacerlo
solos, entre los dos lo extendimos, el apuntó y disparó hacia arriba, la
explosión hizo un booom seco. Los peruanos despejaban la base rápidamente, se
escuchaba que arrastraban algo. Con Ninacuri llegamos a una enorme y bien hecha
zanja donde los morteristas ecuatorianos habían acomodado ordenadamente las
granadas, si los peruanos hubiesen lanzado una granada de mano allí, habría
desaparecido todo el cerro; mientras corríamos detrás de la patrulla que se
había infiltrado vimos una escena grotesca: nuestros compañeros aspirantes,
muertos a tiros, allí junto a los árboles. La base estaba como después de un
ciclón: ropa tirada en el suelo, restos de alimentos en el lodo, útiles de
limpieza, papeles, todo desperdigado, sobre ese basurero abaleado estaban
nuestros compañeros muy quietos, muertos, silentes; alcancé a recoger unas
cintas de granadas chilenas muy livianas que ellas habían traído y me las
colgué al cuello; estaba muy excitado, durante el combate a Ninacuri se le
había trabado la MAG y quedó indemne, le grité “arregla esa huevada”, “no
funciona” me dijo angustiado por el momento, empecé a racionar la municion
haciendo disciplina de tiro; había tomado yo dos alimentadoras más al salir del
Maizal, tenía 120 proyectiles que los fui gastando durante la persecución.
Ninacuri aliviado me informó que se había destrabado el arma y así seguimos la
persecución la cual ahora era en bajada; lancé las granadas de la cinta por
encima de la vegetación, una por una mientras iba avanzando; el Teniente
Iturralde y sus hombres disparaban desde atrás mientras nosotros avanzábamos.
Como a
100 o a 150 metros de la base, un aspirante llegó hasta nosotros con el mensaje
de que el teniente nos pedía que ya regresemos, que hasta allí estaba bien
haberlos perseguido; empezamos a regresar con Ninacuri; dos soldados peruanos
quedaron muertos por nuestro ataque.
Nos
encontramos con los hombres del teniente Iturralde en la base, él sugirió que
carguemos los muertos, lo cual desaconsejamos ya que podían los peruanos mucho
más numerosos que nosotros volver; es difícil moverse en la selva, peor
cargados de un muerto cada uno; emprendimos el regreso al Maizal
silenciosamente; al llegar a mi posición, tenía la adrenalina muy encendida; encontré
a mi bodi el aspirante sin el menor asomo de cuidado ni alerta, le dije que por
esa misma razón aniquilaron a sus compañeros, que debía estar vigilante.
Llegó la
noche, en la selva esta es obscura como boca de lobo, no sabíamos si los
peruanos atacarían ya que los morterazos eran cada vez más cercanos, parecía
que nos hubiesen ploteado; decidí amarrar un cordón entre los botones de la
camisa de mi bodi, el aspirante Quiñónez y la mía para cualquier eventualidad.
En la madrugada de pronto me perdí, mi mente volvió a Trueno 2 y en un ataque
de esquizofrenia saqué una granada, le quité el seguro y estaba a punto de
lanzarla cuando Quiñónez sintió el sacudón y saltó junto a mi diciéndome “que
le pasa bodi”, regresé a la realidad pero estaba temblando, me asía de la
granada con mano de hierro, sudaba profusamente, no atinaba a ponerle el
pestillo del seguro porque estaba temblando de la tensión y le pedí a Quiñónez
que lo haga por mi, él ni podía, ni sabía hacerlo, tampoco veía nada; luego de
varios intentos logramos hacerlo, para ese tiempo mi bodi tenía la granada en
sus manos firmemente.
Luego del
conflicto siempre me pregunté ¿como los peruanos llegaron a Trueno Dos si todo
el sector tenía gran seguridad?
Nota, el investigador Jenner Baquero, está por sacar su libro: De la Cruz al Trueno, ahí se encontrarán la innumerables entrevistas realizadas, tanto en Ecuador como en Perú, a los combatientes( de todo nivel jerárquico) del Cenepa, sería muy bueno, que los foristas peruanos, se anoten para que lo compren, antes de que se agote(cuando salga obviamente), me parece que está muy próximo a salir al mercado.
Vaya, en serio me parece super rara estos relatos con lo cuales @calderon41 trata de formar su versión del 22 de Febrero. Y no lo digo por que tenga en mi poder algún relato sobre los combates de ese día con cuales refutar -de hecho para serles sinceros esta escaramuza o combate focalizado del Cenepa no es de mi interés en lo mas mínimo así como al 98% de mis compatriotas- Pero luego de ver tantas impresiciones en los relatos carentes de fuentes que puedan si quiera avalar en lo mas mínimo, me veo en la penosa y mas que toda ardua tarea de poner en evidenciaa este sujeto.
Primero: Por favor, quedemos en concordancia lo siguiente: "gana la guerra el país que alcanza sus objetivos políticos". Y me permiten hacer este hincapié, ya que mas adelante, al finalizar este post exactamente, generare una pregunta con la cual @calderon41 no regresara mas a este foro y buscara (en un elaborado repliegue estratégico como su ejercito a lo largo del Cenepa) otro lugar para publicar estas fantasías tan jocosamente elaboradas.O en el mejor de los casos seguirá publicando sus estupideces pensando que convence a alguien y hace patria desde aquí.
Segundo: "Ni un paso atrás", ardiente lema elaborado por el gobierno de Ecuador para hacer frente a la -según ellos- invasión peruana en 1995 la cual -según ellos de nuevo- desataría la escaramuza del Cenepa. Mas adelante conforme se vaya desarrollando el tema, la respetable comunidad de este foro podrá darse cuenta que el 100% de los combates (identificados con Cotas y no con nombres ya que el Ecuador uso la doble toponimia cobarde e infructuosamente) se realizaron en los que ahora es territorio peruano, ergo, Ecuador fue el que invadió y mino territorio peruano, pero no nos desviemos del verdadero mensaje de este párrafo, el lema "Ni un paso atras" al parecer solo se aplico a la cota 1061 o como verán mas adelante, la ULTIMA FALSA TIWINZA, si señores en esta escaramuza hubo hasta 03 falsas tiwinzas: Cota 1209, Cota 1212 entre las demás. ¿Y por que digo que solo se limito a este punto cota 1061?, sencillo por que el resto de las bases ecuatorianas en territorio peruano fueron recuperadas en tiempo record por el avance del ejercito peruano, ergo, el bastión,su "Alamo" ecuatoriano era cota 1061 ultima falsa tiwinza. Si justo ahí donde sale su letrerito con el lema de blanco y paco moncayo todo sale afeitado y con el uniforme planchado,dando según el directivas que al parecer no hacian eco en la huida..perdón, repliegue estratégico de su "dispositivo de combate".
Para muestra no tengo relatos apocrifos, no!, tengo imagenes y videos.
Como veran:
Falsa Cueva de los tayos Cota 950 Falsa Base Sur Cota 1290 (Tiwinza I) Cota 1212 (Cuando cayo Tiwinza I, se fueron mas arriba y bautizaron a este tambo Tiwinza tambien) La "Y" El Maizal
En todos estos puntos el ejercito ecuatoriano no aplico el "Ni un paso atrás". De hecho aplicaron el "vayámonos valientes ecuatorianos que ahí vienen los cobardes peruanos, de paso minemos todo"
Tercero: "Miércoles Negro" el trauma ecuatoriano. He leído al detalle cada una de estas historietas algunas hasta el borde de lo risible, pero lo mas interesante es como cambian la versión de los hechos, primero violamos el cesa al fuego, luego ellos mandaron a pura civil al punto, luego ellos son tan buenos soldados y asesinos que ya no les basta matar soldados peruanos ahora se matan entre ellos. En fin mejor veamos que dicen los propios soldados ecuatorianos,pero esta vez no por relatos , mejor los vídeos de las entrevistas.
Al parecer ese historiador ecuatoriano no entrevisto a este sargento ecuatoriano:
Sargento Ecuatoriano Marco Vircocha...(bastante inca el apellido por cierto).
¿Luego nos desalojaron de trueno 2?¿Y como hicimos para sacar todo esto bajo su supuesto "enorme" poder de fuego?
Aca la version peruana
l Ataque al Destacamento de Falso Tiwinza hecho el 22 de Febrero de 1995 en la cota 1061, se realizó tomando al enemigo por sorpresa, se le desarticuló por completo, empleando las tropas peruanas todo el poder de fuego que tenían; la acción fue mortal para el enemigo, que comprendiendo su inevitable derrota emprendió su vergonzosa huida dejando sus 14 muertos (aunque el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Ecuador admitió la muerte de 16 soldados ecuatorianos ese mismo día, según dicen en el libro "Alto Cenepa los frentes de la guerra", pág. 30), sus piezas de morteros de 81 mm. y 60 mm., armamento moderno diverso, radios racal de última generación, teléfonos de campaña, más de 700 granadas para morteros calibre 81 mm. y 60 mm., cajones de granadas de mano, abundante munición calibre 7.62 y 5.56 mm., aproximadamente para medio año, y víveres para un mes por los menos. A las tropas peruanas les sirvió todo lo que dejaron los derrotados ecuatorianos, se abastecieron bien, ya no era necesario solicitar a retaguardia el reabastecimiento.
MORTEROS DE 120 MM. CAPTURADOS A LOS INVASORES ECUATORIANOS DERROTADOS EN FALSA BASE TIWINZA (COTA 1061)Fotografía tomada in situ (Cota 1061) el 22 de Febrero de 1995 y que muestra el material de guerra (morteros de 120 mm.) capturado al enemigo invasor durante la toma del Puesto de Comando ecuatoriano en la falsa base Tiwinza (Cota 1061) por tropas del Batallón de Comandos "Comandante Ladislao Espinar" Nº 19 al mando del Teniente Coronel EP Luis Alatrista Rodríguez.(Foto Cortesía del Batallón de Comandos Nº 19).
OTRA FOTOGRAFIA DE LOS MORTEROS DE 120 MM. CAPTURADOS A LOS INVASORES ECUATORIANOS DERROTADOS EN FALSA BASE TIWINZA (COTA 1061)Fotografía tomada in situ (Cota 1061) el 22 de Febrero de 1995 y que muestra el material de guerra capturado en el Puesto de Comando ecuatoriano a inmediaciones de la falsa base Tiwinza (Cota 1061) en ese mismo día por las tropas del Batallón de Comandos "Comandante Ladislao Espinar" Nº 19 al mando del Teniente Coronel EP Luis Alatrista Rodríguez. Se observa los tubos, placas de base y afustes de los morteros ecuatorianos de 120 mm.(Foto Cortesía Teniente Coronel EP Luis Alatrista Rodríguez).
Tomada la posición, se procede a desmontar las piezas de morteros para su transporte, conjuntamente con el armamento menor, radios y teléfonos y se destruye el resto del material; en esas circunstancias los ecuatorianos tratan de recuperar la posición perdida produciéndose un nuevo enfrentamiento, siendo repelidos por la Patrulla del Teniente EP Molina, muriendo 5 ecuatorianos, las tropas ecuatorianas dejan sus muertos y en su ignominiosa huida desparraman cobardemente sus minas; a los 10 minutos y luego de que las Tropas Peruanas se reorganizaran, estas reciben arteramente fuego masivo de morteros y de artillería provenientes de los Puestos de Vigilancia ecuatorianos Banderas y Coangos durante 4 horas y 30 minutos. Para eludir el fuego enemigo y evitar que los ecuatorianos cumplan con su objetivo de aniquilar a la guarnición peruana vencedora, los peruanos adoptan un sistema defensivo y de seguridad para evitar bajas por el fuego a discreción, ocupando una posición de protección y de seguridad y dominante sobre el Falso Tiwinza ubicado en la cota 1061, de esta manera los peruanos logran mantener la posición recuperada.
Ni Iwas ni FFEE... reservistas.
Un cementerio provisional que se volvió permanente y que por buena voluntad del vencedor se concedió como propiedad privada para que hagan su cementerio y sus ceremonias... lo cual lo veo difícil de realizar.
Los estragos de las minas antipersonales ecuatorianas usadas contra sus soldados una vez tomadas las posiciones donde se encontraban.
El hospital de campaña de E pasada la cordillera del Condor.
Las condiciones reales del combate y no propaganda bonita que les gusta poner y creer a algunos.
Comentarios
ATAQUE A TRUENO DOS
Tomas Nieto
Combatiente del BC 19 Comandante Espinar
PARTE IV
Por Jenner Baquero
Caí al fondo de la quebrada aturdido, me tomó unos minutos reaccionar pero seguía desorientado, se escuchaban aún muchos disparos, ráfagas, explosiones y gritos, y yo a la verdad no sabia que hacer, me vi acorralado y perdido, como una medida de desesperación decidí encomendarme a todos los santos para que esto pase pronto, pero frente a mi solo había una realidad: ¡estaba perdido! no sabia si ir a izquierda o derecha, adelante o atrás; todo el ambiente me parecía igual: quería llorar o gritar de desesperación, solo contaba con segundos, pensaba que en cualquier momento alguien me estaría acechando y me dispararía, lo peor era darme cuenta que moriria el 22 de febrero, día de mi cumpleaños.
Arrodillado pensando en lo que iba a hacer, escuché pasos sigilosos que salían de algún lado: ¿serían peruanos o ecuatorianos? Atiné a correr a un lado que parecía el más seguro, entonces choqué de frente con alguien, nos apuntamos simultáneamente con el fusil, justo antes de despacharnos un plomazo nos reconocimos, éramos peruanos, asomó otro más y ya éramos tres, que inmensa alegria; charlamos unos instantes y nos encaminamos por la selva medio erráticamente pero logramos encontrarnos con el grueso de las patrullas, yo estaba muy alejado de la mia; junto a Héctor, Leonidas y Camaleón fuimos a apoyarlos pues estaban atrapados en la zona de morteros (Trueno Dos) en donde seguía el infierno de balas y explosiones por doquier, hay que reconocer la grande sabiduría, el buen planeamiento y los cojones de nuestros oficiales, sub oficiales, sargentos renganchados y nosotros, la tropa que supimos entender la táctica de los ecuatorianos y así conseguir sacar a los compañeros que estaban atrapados adelante.
En medio de la balacera, el Teniente Rolando llamó y dio instrucciones a cierto sargento llamado Alfaro Janampa, un habilísimo tirador de RPG 7: “Dispara aquí...dispara allí”, y él así lo hacía, con toda precisión, entonces pasamos de atacados a contraatacar, a punta de las explosiones incandescentes de esta potente arma; cada vez que reventaba uno escandalosamente, nos tirábamos al suelo e íbamos replegando hacia una altura; en ese espacio pudieron salir nuestros compañeros atrapados y juntos nos retiramos rápidamente por que nos llovían los proyectiles del enemigo.
¿Entusiasmo?...Acá nadie se acuerda de eso ecuatoriano, si quieres seguir con estas fabulas e intentar webear a este foro bueno hazlo,pero no vengas a proyectar tus traumas. A los unicos que les arde el 22 de febrero y cada año desaparecen de los foros son ustedes, recuerda...
del 15 de Enero al 10 de Febrero....atención todo el día.
22 de febrero cerrado por dolo...
esa es vuestra agendita.
PD.-en tus relatitos apócrifos sobre el 22 de febrero hablaras de los gases tóxicos, los lanzallamas y los mercenarios japoneses? Ah! no espera, los mercenarios japoneses son de 1941...mintiendo desde décadas pasadas para tapar derrotas. Ecuatorianos.
Si ecuatoriano mitómano, es el mismo. Así como la "y", Cota 1290 y Cota 1061...son lo mismo, jajaja.
En fin todas se quedaron en Perú...no afecta en nada.
El 22 de febrero de 1995 el BC 19 buscando atacar Tiwintza encontró una pequeña posición de mortero 81 a medio kilómetro al oeste, al cual el día anterior habían llegado 30 aspirantes a soldados de la ESFORSE, quienes nada conocían de selva, de ellos, en el ataque mataron a 4 (Suárez, Robles, Anrango y Santander; los aspirantes Lamiña y Urquizo fueron muertos por error por la fuerza de reacción ecuatoriana Dos horas después) llevándose el mortero de 81, el de 60 que la patrulla de la ESFORSE debía dejar en otra base y 15 HK nuevos. Hay que recordar que el ataque fue durante la vigencia del alto al fuego.
Por Jenner Baquero
El Miércoles Negro
Vale la pena aquí nombrar el caso patético del llamado Miércoles Negro (22 de febrero) cuando la patrulla Gruta del GFE 24 cayó en una mina Claymore muriendo 7 comandos por su efecto letal, el mismo día en otro lugar, un aspirante de la ESFORSE murió por la explosión de otra Claymore; en todos los casos, los ecuatorianos que cayeron y los heridos fueron víctimas de la negligencia de clases irresponsables y sus oficiales de patrulla (no dieron la información del caso a las victimas) todos ecuatorianos; el Miércoles Negro murieron 14 valiosos combatientes, 8 de ellos en dos minas ecuatorianas, los 6 restantes por el ataque del BC 19 peruano a Trueno Dos. Los 14 fueron declarados “Héroes Nacionales” asumiendo para todos “cayó en defensa de Tiwintza” para que sus familias no pierdan los beneficios de los héroes, pero al menos 8 fueron víctimas de negligentes que hoy caminan tranquilamente por la calle. El 22 de febrero no hubo combates en la misma Tiwintza, sí enfrentamientos esporádicos en sus alrededores (revisar reportes de la COE 17 y los Batallones Contrasubversivos peruanos).
Después escribiré, la historia contada por sus protoganistas, ecuatorianos y peruanos, antes, durante y después del ataque, a Trueno 2.¿QUIERES LLORAR?
Basado en el testimonio del aspirante Marcos Llulluna ESFORSE
Por Jenner Baquero
Corrían los últimos días del mes de enero de 1995 en la Escuela de Formación de Soldados del Ejército, (ESFORSE por sus siglas), acantonada ésta en Machachi, cuando recibimos la orden de preparar el material y equipo para asistir a la fase de selva en la Shell; para entonces, las tensiones entre Ecuador y Perú estaban ya encendidas. Viajamos en buses a la Shell, convencidos que iríamos a la "fase" de preparación antes descrita, pero no sabíamos que la realidad sería muy distinta, como el destino nos lo revelaría más tarde; ya en Shell, un pequeño cantón en el oriente ecuatoriano tuvimos diversos entrenamientos militares al mando del personal de instructores de la misma ESFORSE, esto es, oficiales y voluntarios hasta que una noche, sorpresivamente fuimos separados entre nosotros de una manera poco ortodoxa: todo el personal de aspirantes negros, así como los porta banderines (yo era uno de ellos), comandantes de paralelo y todos los ex conscriptos fuimos hacia el sector del patio central de la unidad; allí, luego de unas pocas palabras del subdirector, Mayor Monroy nos trasladaron hasta el grupo aéreo de Pastaza, donde nos ordenaron abordar un avión C-115 Búfalo con destino desconocido, cada uno tenía sus emociones encontradas, según se notaba en las miradas.Volamos en el búfalo hasta la base de Patuca donde pernoctamos aquella extraña noche; al día siguiente asistimos a una reunión con el General Paco Moncayo quien se dirigió a nosotros replicando: “muchachos... tranquilos no tengan miedo, que ustedes van a realizar un rastrillaje en el sector, a ver si hay o no presencia de soldados enfermos o perdidos; esa es un área segura... y para corroborar esto a ustedes les vamos a dar un nuevo armamento"; a continuación e pasaron una caja de cartón, después de abierta nos indicó un fusil HK nuevo con 4 alimentadoras y una bayoneta, todo esto estaba embalado en su respectiva caja, ni él mismo sabia como manipular el armamento correctamente; peor nosotros, hay que recordar que al momento nosotros disponíamos del fusil FAL con el cual apenas habíamos acabado el reclutamiento. Más tarde nos trasladaron hacia el coliseo de la unidad, donde un oficial de las fuerzas especiales nos indicó: "dejen aquí, lo que ustedes crean conveniente... lleven únicamente lo que les vaya a servir en la selva"; un compañero le preguntó si deberíamos llevar la bolsa de dormir y el terno de deportes a lo cual respondió él: "lleven lo que quieran, en fin... ustedes van a cargar eso" soltó entonces una carcajada burlona, todas las prendas que no necesitaríamos las amontonamos en un solo montón en medio del coliseo en fundas de basura. Horas después estábamos retirando las cajas con los fusiles nuevos, esto, hasta que llegó la noche; recibimos la orden de dormir en el área del coliseo.
A la madrugada del día siguiente, con la diana, nos trasladaron hasta un área cercana al policlínico; en el húmedo ambiente de semi obscuridad se escuchaban ruidos de ajetreo por el movimiento de personal militar que iba y venía de aquí para allá; por nuestro lado formamos en dos columnas, allí formaron grupos de 20 hombres y los separaban para el embarque en el helicóptero; en mi grupo había gente conocida, compañeros de la ESFORSE como Sellan, García, Carvajal, Montenegro, Gracia, Yépez, Morocho, Lamiña, Andrango, Quijije entre otros; fuimos los primeros aspirantes en subir al armatoste que volaría rumbo al valle del Cenepa, hacia lo desconocido; íbamos al mando de un cabo de apellido Jaramillo. Ya en la aeronave, que se traqueteaba con su monotonía, volamos durante un tiempo que se hizo una eternidad pues ni sabíamos a dónde íbamos, peor saber lo que nos esperaba, salvo por las vagas indicaciones del General Moncayo; sobrevolamos en medio de la incertidumbre, el cabo Jaramillo nos decía: "tranquilos muchachos... a donde vayamos no vamos a estar solos... ahí ya están otros soldados quienes nos indicarán lo que tenemos que hacer"; un tiempo después arribamos a un claro en la selva; era el helipuerto llamado Montufar, allí al mando estaba un tal capitán Andrade; nos desembarcaron ubicándonos a un costado del mismo para dar seguridad al contingente que llegaba destinado a ese punto; en eso nos empeñamos por varias horas, hasta que el último vuelo llegó con el personal de aspirantes y algunos oficiales quienes tomaron el mando del personal; entonces nos hicieron encolumnar en una pica cuyos punteros eran dos soldados guías que ya conocían el área; nos pusimos en camino por la tupida jungla; el sargento Maderas durante el recorrido iba haciendo reír a la tropa y la motivaba con frases de : “quien sirve a la patria no morirá jamás”... “ el destino no mata... pero la bala sí”; caminábamos por montes y valles, a lo lejos se escuchaban extrañas detonaciones y balaceras a lo cual algún soldado de la columna gritaba: “Viva el Ecuador carajo… eso es música para mis oídos”.
Continuará
Al amanecer nos indicaron que estemos listos para empezar la marcha, me despedí de mi paisano porque un oficial con un jokey de comando paracaidista gritó: "que venga el más vivito", y por joda de mi body Alfonso Lamiña fui yo, claro está, no era más que para que lleve dos cajas de granadas de mano que ese oficial tenía, el mayor me miró un instante y me indicó que a partir de ese momento no me aparte de él "ni para orinar" y que peor aún, ni se me ocurra dejar olvidadas esas cajas; que las cargue y le siga por donde el vaya, mi curiosidad fue grande por saber quién era ese parchado oficial, así que le pregunté al sargento Maderas sobre su identidad, a lo cual replicó: "no es nada más ni nada menos que el famoso comando, paracaidista, maestro de salto, puma y muchas guaraguas más que el mayor Espinel"…… desde ahí empecé a ser su body. Enseguida continuamos la marcha por esa estrecha pica hacia algún lugar de la selva aún desconocido.
Caminamos por la jungla en medio de bromas, risas y sustos; en un pequeño claro nos cruzamos con un grupo de soldados que cargaban mochilas, ellos se dirigían al helipuerto Montufar a reabastecerse de víveres; más tarde llegamos a un pequeño riachuelo que marcaba el inicio de una pequeña ladera que conducía a la cima donde estaban seis soldados atrincherados: una escuadra formada por un cabo y cinco reservistas a cargo de un mortero .81, a ese equipo o al sitio, o a los dos lo llamaban Trueno Dos; allí el mayor Espinel habló inicialmente con el cabo y dispuso que un grupo de nosotros permanezcamos en el área dando seguridad, el resto debía continuar la marcha adentrándose en la selva, ellos se dirigían a una base a la que llamaban "El Maizal".
En Trueno Dos nos mandaron tomar posiciones por parejas en lugares cercanos, para mantener la comunicación, se dispuso que descansemos un rato; como andaba solo, me puse a buscar por si acaso a mi paisano Lamiña; él estaba igual que yo, solo, en un punto cercano a un árbol no muy grueso, allí puse yo mi mochila y las dos cajas de granadas de mano de Espinel, le dije a Lamiña que ahora le tocaba cocinar a él, la charla fue interrumpida por la orden del mayor quien llamó a la patrulla al centro de la base y replicó “ Bueno aspirinas... ya déjense de huevadas y miedos, ustedes ya son soldados y nuestra misión es proteger este mortero cueste lo que cueste”, apuntó con su dedo a la selva el lugar donde estaba el mortero y el lugar donde estaban las granadas del mismo, un hueco profundo con una cubierta de palos, trinchera de los morteristas…. “no se preocupen...ésta área está completamente segura... está muy bien trampeada por este personal" haciendo referencia a los reservistas..."mucho cuidado con alejarse un poco hacia la selva adentro que esta minado completamente el perímetro, así que esos cagones me avisan antes de irse por ahí”… el cabo morterista nos volvió a recalcar que debíamos cuidarnos de alejarnos de las posiciones ya indicadas... "pónganse a limpiar su fusil... preparen su comida, siempre uno dando seguridad mientras el otro hace cualquier cosa y por turnos... listo… el área está muy segura con la gran cantidad de granadas de mano, explosivos, con los que se trampeó, y las minas que se pusieron por todo el área para seguridad del mortero, así que pilas hijos, ya despierten que acá estamos seguros y háganles caso a estos reservistas que ellos saben muy bien por donde caminar" y recalcaba que el punto donde se veía un claro era un barranco, que por ahí ni Mac Guiver podría pasar.
Cada cual se acomodó en su posición; nosotros nos pusimos a preparar los alimentos.
Paracaidista Nixon Gonzalez (GEO)
Por Jenner Baquero
Provengo de una familia pobrísima de un pueblito en Zamora en el cual me crié lleno de necesidades. Desde chico andaba y desandaba las trochas de la selva, a esa experiencia natural, con los años, adicioné un título artesanal que me permita trabajar en algún humilde oficio y ayudar a la supervivencia de la familia. Gracias a que cierto Coronel nos debía un “favor”, aún sin tener yo un título de secundaria, pude ingresar a la Escuela de Formación de Soldados (ESFORSE) en 1994 mientras hacía la conscripcion. Para el pueblo mi partida fue un progreso, el primer “hijo ilustre” que se hacía militar profesional. Luego de despedirme de todos, tomé el bus y emprendí el lejano camino hacia las cercanías de la capital como a mil kilómetros de mi pueblo, lo más alejado que había conocido en mis 19 años de vida era Loja, nada más al norte. El viaje fue lleno de peripecias, pareciera que el destino se oponía a que yo tome el camino de las armas, el día de la presentación en Machachi llegué herido y maltrecho, el bus aquel tuvo un choque impresionante, no lo suficiente como para disuadirme de no entrar al curso como aspirante.
El reclutamiento en el frío cerro “El Corazón” no me sobresaltó, desde la conscripción había desarrollado una habilidad importante en tiro de fusil; ya en el cerro, en los concursos entre compañías solía pegar “5V” a cualquier botella que pusieran para reventarla de un solo proyectil de FAL, “compañía que dispare bien se retira a descansar”.
Cierta noche, cuando llevábamos varios meses en la escuela, nos llevaron a “disfrutar” de un concierto chichero; ya aburrido a la medianoche, junto a algunos compañeros de la tercera compañía fuimos a dormir, llegamos haciendo “relajo” a la cuadra; un Sargento que descansaba allí se levantó molesto y para desquitarse ordenó a todos los que estábamos en la cuadra que hagamos guardia con él; amanecimos aturdidos por la falta de sueño. En la mañana la disposición fue que debíamos abordar los buses que nos llevarían a la SHELL, el concierto de la noche anterior había sido la “despedida”, la guerra nos esperaba.
En la selva estaba yo en mi medio, aunque de alguna manera sabía desempeñarme como soldado, estaba consciente que desconocía del real desempeño en combate; la breve instrucción en la base de iwias ayudó de alguna manera, pero yo más bien desconfiado me dije: “Nixon, arrímate a un buen comandante y aprende de él”, ubiqué a un oficial que estaba allí, vestía un uniforme muy parchado, parece que incluso era “Puma” y no lo perdí de vista.
En Patuca me escabullí en la patrulla del oficial de fuerzas especiales y subí al Superpuma con ellos; digo bien “me escabullí” ya que la organización del personal en el sitio era un verdadero relajo, entonces no tuve problema de sumarme a esa patrulla, volamos sobre los árboles, yo iba confiado en mi nuevo comandante.
Nos lanzamos del helicóptero en un pequeño claro de la selva, ya desde el aire se veían unos pocos palos en el suelo lleno de lodo, era el “Helipuerto Montufar”. Tan pronto pudimos, nos encolumnamos sin disposición alguna, sin comandante, sin rumbo fijo y sin misión específica salvo la de llegar a “Tiwintza” por la tormentosa y brumosa jungla; en mi caso iba yo fielmente siguiendo a “parches”, el oficial de la SHELL.
Que triste era ver a mis compañeros serranos, trepa cerros, en un hábitat diferente al suyo: tropezaban, caían, sudaban, “nadaban” en el lodo, sus uniformes y el HK nuevo estaban bañados en fango, en mi caso la marcha era natural, para ellos, una odisea. La demora en la trocha era crónica debido a que cada uno tenía que trasladar armamento para el uso de alguna unidad. El eco de lejanos disparos quitaba la calma a la selva;, tuvimos que pernoctar en la pica porque se hizo tarde, mis compañeros se desplomaron donde les cogió la noche, esa noche lluviosa y llena de presagios.
De camino a Tiwintza llegamos a cierta posición desde donde aquel día mortereaban a algún sitio en la selva, nos acercamos con curiosidad, yo vi a 3 reservistas que operaban el mortero, ellos nos trataron con mucha amabilidad. Parches dijo: “aquí nos quedamos” y ordenó dar “seguridad” en el sitio, así de general la orden, cada cual buscó un lugar por aquí y por allá; yo me acomodé cerca de un árbol para dormir, le di doble vuelta a la camiseta en mi cara para evitar las picazones y traté de conciliar el sueño.
Al día siguiente me puse a analizar el lugar donde nos encontrábamos, decidí hacer mi posición cerca a la pica que venía de Montufar, Parches muy tranquilo nos advirtió que todo estaba minado, entonces había seguridad, y como además estábamos en la retaguardia, ¿para que preocuparse?
ATAQUE A TRUENO DOS
Tomas Nieto
Combatiente del BC 19 Comandante Espinar
Por Jenner Baquero
El Teniente Rolando dio la orden de ataque a la patrulla y entramos con todo dentro de la base de los ecuatorianos: el inmenso cabo Huaman Apaza llevaba la MAG, Claudio, el Jachi, el lanzagranadas; los 24 reventamos por todo lado; el combate no era nuevo para nosotros dado que con la subversión habíamos vistos sangre y balacera, pero nada se parecía a lo que pasó en el Cenepa.
De aquel primer reventón cayeron inmediatamente los soldados muertos que habíamos acechado desde la jungla poco antes; al verlos caídos con los miembros destrozados me daba inmensa tristeza porque ellos eran soldados como nosotros; unos tenían tiros en la cabeza, cara, nariz...por todas partes; por otro lado, los sobrevivientes sostenían el tiroteo defendiéndose mientras desalojaban la base cuyo ambiente dejaba escapar un profundo olor a pólvora. Enemigo que iba cayendo, le íbamos desvalijando la mochila, llevábamos días sin comer mientras viajábamos a paso forzado por la selva lluviosa, húmeda de día y fría de noche, teníamos hambre y cansancio. Uno de los combatientes, sargento reenganchado (reservista) desde su trinchera tipo vietnamita aun sabiendo que sus compañeros estaban muertos nos desafiaba con ferocidad, nos sorprendió su valor, tomando en cuenta que el ataque sorpresa los había destrozado sin posibilidad de recuperación; quisimos tomarlo prisionero pero parecía no dar su brazo a torcer, el teniente hizo lo posible por intimidarlo pero tuvimos que someterlo lanzando una granada en su posición, no volvió a gritar ni disparar.
Empezamos a devorar con voracidad la comida que allí había: máchica, galletas, chancacas (panela), cancha a granel (canguil), sopas y muy buenas conservas.
Los ecuatorianos se habían lanzado por el lado de la quebrada y nosotros nos quedamos alerta pues imaginábamos que ellos volverían en gran número, Rolando nos ordenó que tiremos por la pendiente todas las granadas de mortero que había allí pues decía que ellos vendrían con otro mortero, ocuparían esas mismas granadas y nos sacarían “el ancho” en nuestro repliegue, las granadas eran muchas; luego sugirió que los suboficiales disparen el mortero hacia la quebrada para destruir a los que habían sobrevivido y estaban en franca huida. En hacer todo aquello, empacar los fusiles y el mismo mortero (pude apreciar mientras empacaban, unas planchas de metal) se fue como 1 hora y media, fue cuando alguien gritó: “los monos van llegando”, y empezó una balacera infernal con una potencia de fuego enorme de su parte.
Por Jenner Baquero
Ya en Trueno Dos, la posición de los morteristas adonde habíamos llegado el día anterior con las patrullas de la ESFORSE le devolví la mochila al mayor y me fui a mi posición donde estaba mi compañero, yo me hallaba muy hambriento, cuando le pregunté a mi promoción si tenía algo de comer, él me dijo divertido que ya se había comido mi rancho, Espinel me llamó al rato para extenderme una lata con algo de arroz con frijoles y una funda de habas secas.
Se escuchó en la base, el cadencioso y violento ruido del disparo del mortero; los golpes eran tan continuos que los morteristas pidieron ayuda para pasar las granadas, lo cual hicimos los que estábamos muy cerca de allí, luego, se paró el bombardeo unos momentos para realizar ciertas correcciones y entonces se retomaron los continuos disparos, a poco, el caliente mortero se hundió en el fango, algún morterista gritó: "soldados... vengan a ayudar... se enterró el mortero… ", el mayor Espinel que estaba cerca echó también una mano, se separaron las partes del arma: el tubo del plato base, el cual fue halado por Espinel, alguien cavaba con un pico allí debajo para apurar la funcionalidad del mortero .81 que daba apoyo de fuego al sector de Tiwintza.
Empeñado también en la labor de sacar del fango el pesado mortero sentí un estruendo inmenso a la vez que un brutal estallido me lanzó a un costado del arma, terminé boca abajo, lentamente levanté la cabeza atontado aún y miré a un soldado que corría pica abajo, otros dos se lanzaron hacia un costado de una posición que estaba cercana a ciertos matorrales secos, el infierno de fuego se venía encima, ingresaron como una sombra soldados bien armados y uniformados con mochilas, acompañados de otros en pantalón corto y camisetas atigradas; disparaban todos a diestra y siniestra sin apuntar a algún blanco en especial, apoyados de ametralladoras, venían del sector por donde nos habían advertido el día anterior que no nos acerquemos por que estaba "muy minado" y "fuertemente trampeado", que "habían explosivos por todos lados", los invasores de la base disparaban con toda su potencia de fuego consistente en fusiles, ametralladoras, lanza granadas y Rpg-7; era una escena irreal escuchar las explosiones, ver y oír los impactos de misiles y proyectiles destrozando la vegetación, sentir el olor a pólvora quemada; volaban astillas que se desprendían de las cortezas y nos caían en la cabeza; los silbidos de las balas rozando las orejas provocaban escalofrío; las hojas de los arboles descendían al lodo como picadillo.
"Dispara...dispara...no apuntes que se nos vienen encima"; era la voz del cabo Jaramillo que me sacaba de mi amortiguamiento mental, ese en el cual te entregas nada más a la muerte; "Solo dispara aspirante..."; sentí entonces que alguien tiraba de mi suspender levantándome de un tirón del suelo; me arrastraron hasta la seguridad de un árbol, era el mismo Jaramillo; "Corre...sígueme para salvarnos porque ya todos los demás están muertos…. " me dijo con decisión; me quedé pasmado del miedo, él me empujó fuertemente, no respondí nada y por instinto le seguí al monte, ladera abajo, corrimos hasta llegar a un pequeño riachuelo, allí nos escondimos tras un gran árbol; el miedo se había apoderado de mi, claro, tenía 4 meses como aspirante, en fase de aulas, estudios teóricos, sin experiencia en combate , sin curso de selva, creyendo que todo había terminado en esa guerra, que estaba en la retaguardia, que se había firmado la paz , que pronto iríamos a casa; que diferente hubiera sido ahora entrar en ese conflicto como soy, un soldado de fuerzas especiales e instructor de comandos y no como prácticamente un muchacho indemne.
Se escuchaban a la distancia las fuertes detonaciones, muy fuertes, se distinguían los gritos que decían: "corran monos conche su madre, hijos de [[Editado por el sistema]], que les vamos a matar a todos", los escuchábamos en silencio, Jaramillo me dijo: "tranquilo pelado... si quieres llorar, llora no más… nadie te va a ver aquí…", me encontraba muy asustado pues no salía del asombro de lo que había pasado en cuestión de minutos. Con el decurrir del tiempo, los disparos se hicieron más escasos, yo aún temblaba del miedo, el cabo me ofreció un cigarrillo para tranquilizarme, inútil esfuerzo pues al rebuscarnos el uniforme caímos en la cuento que ni él ni yo teníamos con que prenderlo.
En un par de horas la selva quedó silenciosa, Jaramillo me dijo: "Tranquilo... más tarde nos movemos de aquí", de pronto se escuchó nuevamente una balacera descomunal, a las explosiones y disparos les siguieron extrañas maldiciones, eso duró por varios minutos hasta que fueron de a poco, se notó que el enfrentamiento fue muriendo hasta convertir la jungla en un silencio mortal; otra vez la estela de miedo e incertidumbre se apoderó de nosotros ¿que había sucedido?
Detrás del árbol cerca al riachuelo nos llegó la tarde, la noche vino después de una eternidad: "Acomódate bien y ten listo tu fusil cargado y sin seguro... a todo lo que se mueva y se acerque a nosotros le disparas, no dudes en hacerlo que nuestras vidas dependerán de eso" replicó el cabo, entonces nos pusimos espalda con espalda y así pasamos esa amarga e interminable noche, una de las más largas de mi vida.
El húmedo amanecer trajo consigo una pequeña llovizna, la tenue voz de Jaramillo rompió el silencio preguntándome: "¿cuántas alimentadoras tienes?"; "Dos..." le dije, "llena... una sola llena" ; "tranquilo pelado...vamos a subir de nuevo al puesto donde estábamos, a ver que hay... como tú conoces a donde fueron ayer con el mayor Espinel nos vamos para allá, eso está claro… "; le respondí que está bien, que sí recordaba el camino, de alguna manera; nos pusimos en marcha muy despacio por el peligro de alguna emboscada; parecía un largo camino hasta aproximarnos a Trueno Dos, al fin, tensamente llegamos a unos 5 metros, nadie estaba allí, al menos no con vida; la visión era de impacto; todas las cosas que habían en las mochilas tulas estaban regadas en la selva, era una escena de pillaje en tiempo de paz: restos de alimentos, prendas de vestir de colores y tamaños rasgadas o tiradas simplemente, distintos tipos de munición, etc.
Con todo cuidado caminamos para mirar de cerca a 3 aspirantes que yacían acribillados, uno de ellos que estaba boca arriba, tenía un tiro en el pecho, los otros dos estaban boca abajo, ninguno de ellos llevaba armamento; "No toques nada..." me dijo el cabo Jaramillo; "Fíjate bien por dónde pisas...estos hijos de [[Editado por el sistema]] han de haber trampeado el área...no cojas nada...vamos a buscar algo para comer en la posición de los morteristas" ; yo tenía un nudo que apretaba mi garganta, me daban ganas de llorar, el miedo a lo desconocido y lo desconcertante de la situación hacía que el estómago se me reduzca, ni siquiera tenía hambre; como por instinto dirigí mi mirada a la posición en la que había estado antes mi compañero Lamiña pero allí no había nadie, ni nuestras cosas, miré alrededor, a unos 5 metros de mi antigua posición estaba el cuerpo de un soldado boca abajo, muerto, en verdad no sabría decir si fue él o no. Mientras me entregaba a mis pensamientos grises, me llamó la atención la voz de Jaramillo: "acuérdate bien por donde salieron ayer con mi mayor Espinel y vamos... camina suave con el fusil apuntando al frente; si ves algo me avisas, te ocultas tras algún árbol; si no responde le disparas y listo…."; con esa consigna abandonamos la desolada Trueno Dos; caminábamos despacio, con mucho cuidado, por varias horas entre la peligrosa jungla con el peligro de la posible presencia de patrullas enemigas de aniquilación o las propias, que nos confundiesen con enemigos, además estaban las posibles minas y trampas regadas por allí para matar o herir a los desprevenidos.
Caminando muy despacio por largo tiempo llegamos a un claro, se veían soldados; le avisé de esa novedad a Jaramillo, el lo verificó y se decidió a gritar: ¡Ecuador!...¡Ecuador!; llamando la atención de un soldado que respondió inmediatamente: ¡quédense quietos... no se muevan... están en un campo minado!; nos quedamos helados los dos; el cabo pensó en voz alta: ¡que [[Editado por el sistema]]... solo eso faltaba, ayer nos salvamos por un pelo y ahora nos metemos en esto!, y replicó tomándome el brazo: "Si saltamos...que sea juntos, porque si hasta ahora estamos vivos ha sido porque hemos estado juntos en esto… "; cada paso era una eternidad; sudábamos tragando saliva ante la mirada atónita de los soldados que compadecidamente elevaban plegarias silenciosas por nosotros hasta que al fin nos libramos de ese campo de la muerte, todos respiramos tranquilos.
"Quienes son ustedes y que [[Editado por el sistema]] hacen aquí" nos dijo un oficial a quien identificamos después como "La bruja", es decir el mayor Albán; habló el cabo diciéndole: "ayer nos atacaron en Trueno 2... hay más soldados perdidos en la selva, regados por ahí, vimos muertos en la posición del mortero, 3 que estaban cercanos a la pica y otro un poco más lejos, no sabemos cuántos más habrán; además todas las cosas de los aspirantes están regadas en la selva, por seguridad no buscamos en el sector, y bajamos rumbo a este punto"; el mayor nos hizo muchas preguntas y al final nos indicó que nos integremos a ese grupo hasta que veamos donde nos asignarían alguna responsabilidad. Al dirigirnos hacia el centro de aquella Base reconocí a más compañeros como eran el orejón Carvajal, Jaramillo, Quintero y al tigre Zurita que también fue nuestro instructor, entre otros; él nos ofreció un poco de comida a la vez que nos interrogaba sobre lo sucedido el día anterior.
Paracaidista Nixon Gonzalez (GEO)
Por Jenner Baquero
Acomodé restos de tronco selvático en mi lugar y me puse a cavar con la bayoneta del HK, entonces escuché una explosión diferente a la de los morteros, ¿que será? me dije, fue cuando empezó a llover y me fijé en las “gotas”, ¡eran hojas desmenuzadas que caían de los árboles, se escucharon gritos y se desató de una vez una tremenda balacera, miré por entre el follaje numerosos soldados que entraban a la base, llevaban boina, eran los peruanos, entonces pensé rápidamente en el riachuelo que estaba más abajo y me dije que todo curso de agua en la selva lleva a un río, ese río debía ser el Cenepa o el Tiwintza, siguiéndolo llegaría a alguna base donde estarían soldados ecuatorianos, quizás la misma Tiwintza; tomé mochila, fusil y una caja de granadas que había cogido en Montufar y salí del ataque, a “Parches” no lo vi más.
Caminé silenciosamente por el riachuelo en tanto apreciaba a mis compañeros correr en todas direcciones y sin cuidado alguno, entonces cesó la balacera. Llegué un tiempo después al Maizal, no me presenté ante nadie, simplemente me acomodé por allí en alguna posición, el “relajo” en cuanto al control del personal seguía tal como en Patuca; alguien me preguntó de donde venía, le dije que del atacado puesto de morteros;, me dispusieron que acompañe a la fuerza de reacción del Teniente Iturralde hasta las faldas de Trueno Dos y volví al Maizal.
ATAQUE A TRUENO DOS
Tomas Nieto
Combatiente del BC 19 Comandante Espinar
PARTE III
Por Jenner Baquero
Quien gritó dando aviso que llegaban los ecuatorianos era un sargento (reservista) quien estaba parado en un tronco. Una balacera del carajo con una potencia de fuego brutal nos empezó a llover mientras aún nos deshacíamos de las granadas de mortero; los ecuatorianos habían subido con venganza. En pleno combate, mientras aún estábamos desorientados, veo caminando y sollozando a mi promoción Victor Merino Huaraca, hoy alcalde de su pueblo en provincia, me dice “promo, se trabó mi fusil...no dispara”, el fusil era un Galil 5.56 con culata plegable (1). En tanto seguia la lluvia de proyectiles y explosiones, dejo mi fusil a un lado, miré la palanca de armar, se había quedado trabada, había que halar, y a pesar que su fusil estaba sin cacerina (alimentadora), sin cubierta, casi desarmada, yo coloco el cañón en mi estomago mientras él tiraba de la culata, algo me decía que no haga eso, subí la trompetilla del fusil más bien, entonces salió violentamente un tiro del arma que me pasó silbando la oreja y me hizo caer a un lado muy atontado; cuando me repuse, Merino estaba llorando diciendo “lo maté”, cuando me paré, el se acercó y nos abrazamos pero no había tiempo que perder, así que seguimos adelante tratando de repeler el ataque.
La balacera recrudecía, yo vi un hueco y me metí rápidamente en él, se sentía el olor intenso de la pólvora, el humo resbalaba hasta la garganta, entonces me dije: ¿y si me cae una granada? en el hueco no tendré escape, no que hubiese mucha esperanza pues parecía que unos mil hombres nos disparaban de todos lados. Salí como pude del escondite y comencé a disparar retrocediendo, allí fue que me caí a un abismo profundo.
Los peruanos pensaban que la fuerza de reacción ecuatoriana entraría en gran número a tratar de recuperar la base, ellos entonces deberían defenderse del ataque con toda la capacidad que tuviesen, de allí la desesperación de Merino por no poder disparar para salvar su vida; a diferencia de lo que pensaban los peruanos por impedir la selva distinguir la situación visualmente, los ecuatorianos más bien buscaban “ablandar” el sitio con fuego de RPG7, ametralladoras, cohete law y granadas para entonces avanzar cautelosamente a recuperar la base, lo que se hizo con una ametralladora MAG; la fuerza de reacción era poco numerosa y en ningún caso hubiese echado mano del ataque frontal como se imaginaban los del BC19. La operación ecuatoriana en Trueno Dos del 22 de febrero al mediodía es muy parecida a la aplicada en Base Norte el 26 de enero a las 17:50: ablandamiento y avance. Los infantes y comandos peruanos en el Cenepa en cambio, solían realizar ataques frontales con el factor masa y una gran potencia de fuego.
Caí al fondo de la quebrada aturdido, me tomó unos minutos reaccionar pero seguía desorientado, se escuchaban aún muchos disparos, ráfagas, explosiones y gritos, y yo a la verdad no sabia que hacer, me vi acorralado y perdido, como una medida de desesperación decidí encomendarme a todos los santos para que esto pase pronto, pero frente a mi solo había una realidad: ¡estaba perdido! no sabia si ir a izquierda o derecha, adelante o atrás; todo el ambiente me parecía igual: quería llorar o gritar de desesperación, solo contaba con segundos, pensaba que en cualquier momento alguien me estaría acechando y me dispararía, lo peor era darme cuenta que moriria el 22 de febrero, día de mi cumpleaños.
Arrodillado pensando en lo que iba a hacer, escuché pasos sigilosos que salían de algún lado: ¿serían peruanos o ecuatorianos? Atiné a correr a un lado que parecía el más seguro, entonces choqué de frente con alguien, nos apuntamos simultáneamente con el fusil, justo antes de despacharnos un plomazo nos reconocimos, éramos peruanos, asomó otro más y ya éramos tres, que inmensa alegria; charlamos unos instantes y nos encaminamos por la selva medio erráticamente pero logramos encontrarnos con el grueso de las patrullas, yo estaba muy alejado de la mia; junto a Héctor, Leonidas y Camaleón fuimos a apoyarlos pues estaban atrapados en la zona de morteros (Trueno Dos) en donde seguía el infierno de balas y explosiones por doquier, hay que reconocer la grande sabiduría, el buen planeamiento y los cojones de nuestros oficiales, sub oficiales, sargentos renganchados y nosotros, la tropa que supimos entender la táctica de los ecuatorianos y así conseguir sacar a los compañeros que estaban atrapados adelante.
En medio de la balacera, el Teniente Rolando llamó y dio instrucciones a cierto sargento llamado Alfaro Janampa, un habilísimo tirador de RPG 7: “Dispara aquí...dispara allí”, y él así lo hacía, con toda precisión, entonces pasamos de atacados a contraatacar, a punta de las explosiones incandescentes de esta potente arma; cada vez que reventaba uno escandalosamente, nos tirábamos al suelo e íbamos replegando hacia una altura; en ese espacio pudieron salir nuestros compañeros atrapados y juntos nos retiramos rápidamente por que nos llovían los proyectiles del enemigo.
Trueno Dos 11 am del 22 de febrero de 1995; Miércoles Negro; hacen 5 días que Ecuador y Perú han firmado el alto al fuego en Brasil; los peruanos aprovechando ese alto al fuego se han infiltrado y apoderado de la base del mortero mediante el factor sorpresa; ahora hurgan hambrientos en las mochilas-tulas que están en el suelo; pertenecían a un mayor ecuatoriano, su teniente, algunos soldados y unas dos docenas de aspirantes que han alcanzado a replegarse de la infiltración peruana excepto cuatro de sus compañeros
quienes yacen muertos en la base; tenían menos de 24 horas en el valle cuando fueron asesinados. Los atacantes charlan animadamente y se ríen entre ellos por el golpe de suerte que ha significado encontrar tal cantidad de comida; tiran los artículos personales en el suelo selvático eligiendo cuidadosamente lo que les pueda servir para sobrevivir en las duras condiciones de la selva; buscan así mismo información que llevar al PV1; eso incluye cuadernos, diarios, fotos y demás que serán entregados a la prensa de su país demostrando que han tomado “Falsa Tiwintza”; de vez en cuando se escucha un “Viva el Perú…carajo”; muy cerca de allí y en la misma base, en un disimulado escondite camuflado con un tronco caído está el cabo ecuatoriano Bolívar Loayza jefe del mortero junto a dos aspirantes y un reservista; los demás ecuatorianos están muertos o han replegado a Montúfar, al Maizal o están perdidos en la selva. Loayza silenciosamente despacha al reservista Edgar Rivadeneira: “Flaco…anda a buscar ayuda al Maizal…ve con cuidado…nuestra vida depende de ello”; Rivadeneira sale de ese escondite que fue trabajado por los 7 morteristas durante su estadía en el lugar y les servía para guardar algunas provisiones y pertenencias personales. Loayza y los dos aspirantes agazapados vuelven a ese hueco sin saber si éste se convertirá en su sepultura; entre todos tienen apenas 3 proyectiles y un solo fusil… defectuoso. El cabo Sánchez; radio operador en el Maizal recibe un extraño mensaje desde Trueno Dos “Ven pues mono concha tu madre… ¿a dónde quieres que dispare el mortero...ah?...gracias por la comida [[Editado por el sistema]]…”, es muy discreto en avisar a su comandante de la grave situación. Cerca del Maizal en la posición llamada la “Punto Cincuenta” el Mayor Albán recibe al aspirante de la ESFORSE Wilmer García alias “Pollo Bobo” (foto a la izquierda) quien agitado llega desde Trueno Dos a darle parte de que los peruanos se han tomado la base del mortero; “Pollo Bobo” por un golpe de suerte conocía la trocha que bajaba de la base del mortero al Maizal pues el día anterior había ido a recoger agua a una acequia cercana; por eso ha encontrado rápidamente la " Punto Cincuenta" y ahora es el primero de los sobrevivientes en dar el terrible parte.
TESTIGOS DEL MIÉRCOLES NEGRO
ENTREVISTA AL PARACAIDISTA SILVESTRE CAILLAMARA
COMBATIENTE EN EL MAIZAL
Del libro “De la Cruz al Trueno”
Por Jenner Baquero
Ese Miércoles 22 de febrero del 95 estaba en mi posición en el Maizal; en ese tiempo y desde que habíamos llegado al sitio, los bombardeos de mortero de los peruanos nos saludaban dos veces al día; los tiroteos de fusil y ametralladora eran frecuentes también y se escuchaban claramente en la selva, estábamos tan habituados a ello que prácticamente los ignorábamos, tanto así que el ataque peruano a Tiwintza, a 500 metros del Maizal el 21 de febrero pasó como un día cualquiera para nosotros, acostumbrados al estruendo.
Antes del mediodía de ese miércoles, el teniente Miguel Iturralde pasó apresuradamente ordenando: “El voluntario de cada posición venga conmigo, el aspirante se queda”; cada trinchera era ocupada por un aspirante de la ESFORSE y un voluntario (clase) excepto en algunas trincheras donde estaban dos aspirantes y ningún voluntario. Salí yo de mi posición y seguí al teniente.
Había llegado yo al Cenepa días atrás desde el Hospital Militar General 1 de Quito adonde me habían dado el pase desde las Fuerzas Especiales por una lesión; cuando mi tratamiento estaba a punto de finalizar llegó la guerra y me ordenaron trasladarme a Patuca, fuimos con otros compañeros en bus hasta la Shell y de allí en avioneta civil (los compatriotas apoyando el esfuerzo de guerra de las Fuerzas Armadas) hasta Patuca; un helicóptero nos depositó a metros del suelo equipados y armados con el FAL sobre el suelo fangoso del Maizal: allí ni nos conocíamos y prácticamente no conocíamos a nadie, ni siquiera a los comandantes.
A poco de llegar al Maizal y cuando nos instalamos en las posiciones para adecuar las trincheras, se acercó a nosotros un sargento que era francotirador y nos dijo: “Tienen suerte ustedes de estar conmigo”; de ver sus destrezas de tiro nos sentimos seguros, yo como cabo estaba satisfecho de rodearme con gente especializada que protegerían mi espalda, por otro lado, yo debía responsabilizarme del aspirante que estaba a mi cargo, había sido enviado desde las aulas directamente a la guerra.
De nueve posiciones en el sector: ocho voluntarios y un aspirante de la ESFORSE marchamos con el teniente Iturralde a cumplir la misión, él brevemente explicó que por orden del mayor Alban debíamos encaminarnos a Trueno Dos por cierta infiltración peruana en el sitio. Saliendo del Maizal nosotros, apareció allí un soldado con la cara ensangrentada y la mirada perdida, le relató al oficial en breves palabras lo ocurrido en la posición de morteros; Iturralde le dijo que marche con nosotros hacia allá pero él se escabulló y como apareció, desapareció otra vez.
Tomamos la pica de subida que llevaba a Trueno Dos, íbamos encolumnados, yo estaba penúltimo y el aspirante cerraba la pequeña patrulla, él estaba muy pálido, color de vela de cebo y macilento, yo le dije: “Tranquilo hijo, así como subes sano, bajarás sano...te lo garantizo”; a nadie de esa columna conocía yo. Mientras subíamos por la pica, uno del grupo se volvió, era el francotirador, al pasar junto a mi, le pregunté que adonde se iba, él dijo “a la retaguardia”, ¿como que a la retaguardia?, se volvió al Maizal rápidamente el que nos decía “tienen suerte de estar conmigo”.
Como a media loma, la pica torcía a la izquierda por efecto de cierta pared, allí pegado a esa pared había un voluntario diciendo a los demás: “sigue, sigue...pasa...pasa” y hacía ademán con la mano, lo entendí perfectamente, el cobarde mandaba pasar a los demás para quedarse en la cola y volver al Maizal, cuando estuve junto a él le dije que se mueva, que camine, el tipo me dijo: “Pasa, pasa...sigue, sigue”, ya éramos solo 7 en la columna.
En la parte alta de la loma, me sorprendí al mirar dos aspirantes medio sentados junto a un árbol, estaban muertos, no veía yo heridas ostensiblemente claras ni sangre, ¿habrá sido alguna onda expansiva?...¿esquirlas de granada?, no había tiempo para revisarlos, solo seguí caminando impactado por ver así a nuestros compañeros, venir a morir de ese modo sin estar apenas preparados para la guerra, 5 meses atrás apenas serían unos civiles, quizás solo estudiantes.
En cierto punto de la montaña, el teniente Iturralde con 4 hombres más se tendieron camuflados por la vegetación, yo me tendí junto a uno de ellos pero en mi posición quedaba yo al descubierto, empujé con el codo al fusilero de alado y le dije entre susurros “hazte más allá...córrete un poco”, quedaba yo demasiado expuesto ante los peruanos; el tipo no me hizo caso, le zarandeé pero no se movió, le levanté la cabeza y esta volvió a caer al suelo...era uno de los muertos, impresionado me separé a la izquierda, pero los árboles eran pequeños y delgados, no podía camuflarme; miré hacia atrás, allí había dejado al aspirante en un buen tronco, su HK estaba sin seguro y en modo ráfaga “dispara a todo lo que se mueva” le había dicho yo.
Tendido y expuesto en esa frágil vegetación yo era fácilmente visible y pensé: “Si ese ha sido mi destino...¡que así sea!” y me resigné a morir; allí, a pocos metros escuchaba la fiesta de los peruanos, alguien dijo “gracias a los monos estamos comiendo”; a la verdad ellos hablaban fuerte y no se preocupaban por lo que pudiese suceder, no se esforzaban en vigilar o mantenerse en silencio, y así pasaron los minutos, pero el teniente no daba orden de fuego.
Estaba yo tenso en mi posición cuando alguien vino agazapado y se colocó junto a mi, valiente el tipo, tenía una ametralladora, me levantó el pulgar a modo de saludo, estábamos expuestos los dos, su actitud me dio un baño de adrenalina y un ánimo profundo; se llamaba Fausto Ninacuri lo averigüé hace poco; Fausto trataba de mirar hacia los peruanos, quería entender la situación, dejó la MAG un momento haciéndome señas y empezó a avanzar hacia la base tomada por el enemigo para hacer una inspección; al volver, satisfecho por haberse dado una idea de las circunstancias, al volver pisó una rama, enseguida los peruanos se callaron; el teniente Iturralde y sus hombres (4 entre todos ellos incluyendo el aspirante) descargaron toda la potencia de fuego en dirección de la base, Ninacuri tomó la ametralladora y empezó a subir disparando en abanico; el fuego de los peruanos hacia abajo se hizo intenso; yo cubría el avance de Ninacuri y luego él el mío, cuando disparaba en abanico yo avanzaba; los peruanos empezaron a replegarse no sin defensa.
Mientras avanzábamos los dos, se nos aproximó uno de la patrulla, tratamos de armar con él un Cohete LAW pero estábamos tan tensos que ni él ni yo pudimos hacerlo solos, entre los dos lo extendimos, el apuntó y disparó hacia arriba, la explosión hizo un booom seco. Los peruanos despejaban la base rápidamente, se escuchaba que arrastraban algo. Con Ninacuri llegamos a una enorme y bien hecha zanja donde los morteristas ecuatorianos habían acomodado ordenadamente las granadas, si los peruanos hubiesen lanzado una granada de mano allí, habría desaparecido todo el cerro; mientras corríamos detrás de la patrulla que se había infiltrado vimos una escena grotesca: nuestros compañeros aspirantes, muertos a tiros, allí junto a los árboles. La base estaba como después de un ciclón: ropa tirada en el suelo, restos de alimentos en el lodo, útiles de limpieza, papeles, todo desperdigado, sobre ese basurero abaleado estaban nuestros compañeros muy quietos, muertos, silentes; alcancé a recoger unas cintas de granadas chilenas muy livianas que ellas habían traído y me las colgué al cuello; estaba muy excitado, durante el combate a Ninacuri se le había trabado la MAG y quedó indemne, le grité “arregla esa huevada”, “no funciona” me dijo angustiado por el momento, empecé a racionar la municion haciendo disciplina de tiro; había tomado yo dos alimentadoras más al salir del Maizal, tenía 120 proyectiles que los fui gastando durante la persecución. Ninacuri aliviado me informó que se había destrabado el arma y así seguimos la persecución la cual ahora era en bajada; lancé las granadas de la cinta por encima de la vegetación, una por una mientras iba avanzando; el Teniente Iturralde y sus hombres disparaban desde atrás mientras nosotros avanzábamos.
Como a 100 o a 150 metros de la base, un aspirante llegó hasta nosotros con el mensaje de que el teniente nos pedía que ya regresemos, que hasta allí estaba bien haberlos perseguido; empezamos a regresar con Ninacuri; dos soldados peruanos quedaron muertos por nuestro ataque.
Nos encontramos con los hombres del teniente Iturralde en la base, él sugirió que carguemos los muertos, lo cual desaconsejamos ya que podían los peruanos mucho más numerosos que nosotros volver; es difícil moverse en la selva, peor cargados de un muerto cada uno; emprendimos el regreso al Maizal silenciosamente; al llegar a mi posición, tenía la adrenalina muy encendida; encontré a mi bodi el aspirante sin el menor asomo de cuidado ni alerta, le dije que por esa misma razón aniquilaron a sus compañeros, que debía estar vigilante.
Llegó la noche, en la selva esta es obscura como boca de lobo, no sabíamos si los peruanos atacarían ya que los morterazos eran cada vez más cercanos, parecía que nos hubiesen ploteado; decidí amarrar un cordón entre los botones de la camisa de mi bodi, el aspirante Quiñónez y la mía para cualquier eventualidad. En la madrugada de pronto me perdí, mi mente volvió a Trueno 2 y en un ataque de esquizofrenia saqué una granada, le quité el seguro y estaba a punto de lanzarla cuando Quiñónez sintió el sacudón y saltó junto a mi diciéndome “que le pasa bodi”, regresé a la realidad pero estaba temblando, me asía de la granada con mano de hierro, sudaba profusamente, no atinaba a ponerle el pestillo del seguro porque estaba temblando de la tensión y le pedí a Quiñónez que lo haga por mi, él ni podía, ni sabía hacerlo, tampoco veía nada; luego de varios intentos logramos hacerlo, para ese tiempo mi bodi tenía la granada en sus manos firmemente.
Luego del conflicto siempre me pregunté ¿como los peruanos llegaron a Trueno Dos si todo el sector tenía gran seguridad?
Primero: Por favor, quedemos en concordancia lo siguiente: "gana la guerra el país que alcanza sus objetivos políticos". Y me permiten hacer este hincapié, ya que mas adelante, al finalizar este post exactamente, generare una pregunta con la cual @calderon41 no regresara mas a este foro y buscara (en un elaborado repliegue estratégico
Segundo: "Ni un paso atrás", ardiente lema elaborado por el gobierno de Ecuador para hacer frente a la -según ellos- invasión peruana en 1995 la cual -según ellos de nuevo- desataría la escaramuza del Cenepa. Mas adelante conforme se vaya desarrollando el tema, la respetable comunidad de este foro podrá darse cuenta que el 100% de los combates (identificados con Cotas y no con nombres ya que el Ecuador uso la doble toponimia cobarde e infructuosamente) se realizaron en los que ahora es territorio peruano, ergo, Ecuador fue el que invadió y mino territorio peruano, pero no nos desviemos del verdadero mensaje de este párrafo, el lema "Ni un paso atras" al parecer solo se aplico a la cota 1061 o como verán mas adelante, la ULTIMA FALSA TIWINZA, si señores en esta escaramuza hubo hasta 03 falsas tiwinzas: Cota 1209, Cota 1212 entre las demás. ¿Y por que digo que solo se limito a este punto cota 1061?, sencillo por que el resto de las bases ecuatorianas en territorio peruano fueron recuperadas en tiempo record por el avance del ejercito peruano, ergo, el bastión,su "Alamo" ecuatoriano era cota 1061 ultima falsa tiwinza. Si justo ahí donde sale su letrerito con el lema de blanco y paco moncayo todo sale afeitado y con el uniforme planchado,dando según el directivas que al parecer no hacian eco en la huida..perdón, repliegue estratégico de su "dispositivo de combate".
Para muestra no tengo relatos apocrifos, no!, tengo imagenes y videos.
Como veran:
Falsa Cueva de los tayos Cota 950
Falsa Base Sur
Cota 1290 (Tiwinza I)
Cota 1212 (Cuando cayo Tiwinza I, se fueron mas arriba y bautizaron a este tambo Tiwinza tambien)
La "Y"
El Maizal
En todos estos puntos el ejercito ecuatoriano no aplico el "Ni un paso atrás". De hecho aplicaron el "vayámonos valientes ecuatorianos que ahí vienen los cobardes peruanos, de paso minemos todo"
Tercero: "Miércoles Negro" el trauma ecuatoriano. He leído al detalle cada una de estas historietas algunas hasta el borde de lo risible, pero lo mas interesante es como cambian la versión de los hechos, primero violamos el cesa al fuego, luego ellos mandaron a pura civil al punto, luego ellos son tan buenos soldados y asesinos que ya no les basta matar soldados peruanos ahora se matan entre ellos. En fin mejor veamos que dicen los propios soldados ecuatorianos,pero esta vez no por relatos , mejor los vídeos de las entrevistas.
Al parecer ese historiador ecuatoriano no entrevisto a este sargento ecuatoriano:
Sargento Ecuatoriano Marco Vircocha...(bastante inca el apellido por cierto).
https://www.youtube.com/watch?v=fGeaJqiuDsU
Min 1:38 en adelante.
O mejor veamos lo que paso ese mismo dia de boca de los involucrados.
https://www.youtube.com/watch?v=tL5fJzK9Myw
La segunda parte del vídeo que no quieren ver.
¿Luego nos desalojaron de trueno 2?¿Y como hicimos para sacar todo esto bajo su supuesto "enorme" poder de fuego?
Aca la version peruana
l Ataque al Destacamento de Falso Tiwinza hecho el 22 de Febrero de 1995 en la cota 1061, se realizó tomando al enemigo por sorpresa, se le desarticuló por completo, empleando las tropas peruanas todo el poder de fuego que tenían; la acción fue mortal para el enemigo, que comprendiendo su inevitable derrota emprendió su vergonzosa huida dejando sus 14 muertos (aunque el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Ecuador admitió la muerte de 16 soldados ecuatorianos ese mismo día, según dicen en el libro "Alto Cenepa los frentes de la guerra", pág. 30), sus piezas de morteros de 81 mm. y 60 mm., armamento moderno diverso, radios racal de última generación, teléfonos de campaña, más de 700 granadas para morteros calibre 81 mm. y 60 mm., cajones de granadas de mano, abundante munición calibre 7.62 y 5.56 mm., aproximadamente para medio año, y víveres para un mes por los menos. A las tropas peruanas les sirvió todo lo que dejaron los derrotados ecuatorianos, se abastecieron bien, ya no era necesario solicitar a retaguardia el reabastecimiento.
MORTEROS DE 120 MM. CAPTURADOS A LOS INVASORES ECUATORIANOS DERROTADOS EN FALSA BASE TIWINZA (COTA 1061)Fotografía tomada in situ (Cota 1061) el 22 de Febrero de 1995 y que muestra el material de guerra (morteros de 120 mm.) capturado al enemigo invasor durante la toma del Puesto de Comando ecuatoriano en la falsa base Tiwinza (Cota 1061) por tropas del Batallón de Comandos "Comandante Ladislao Espinar" Nº 19 al mando del Teniente Coronel EP Luis Alatrista Rodríguez.(Foto Cortesía del Batallón de Comandos Nº 19).
OTRA FOTOGRAFIA DE LOS MORTEROS DE 120 MM. CAPTURADOS A LOS INVASORES ECUATORIANOS DERROTADOS EN FALSA BASE TIWINZA (COTA 1061)Fotografía tomada in situ (Cota 1061) el 22 de Febrero de 1995 y que muestra el material de guerra capturado en el Puesto de Comando ecuatoriano a inmediaciones de la falsa base Tiwinza (Cota 1061) en ese mismo día por las tropas del Batallón de Comandos "Comandante Ladislao Espinar" Nº 19 al mando del Teniente Coronel EP Luis Alatrista Rodríguez. Se observa los tubos, placas de base y afustes de los morteros ecuatorianos de 120 mm.(Foto Cortesía Teniente Coronel EP Luis Alatrista Rodríguez).
Tomada la posición, se procede a desmontar las piezas de morteros para su transporte, conjuntamente con el armamento menor, radios y teléfonos y se destruye el resto del material; en esas circunstancias los ecuatorianos tratan de recuperar la posición perdida produciéndose un nuevo enfrentamiento, siendo repelidos por la Patrulla del Teniente EP Molina, muriendo 5 ecuatorianos, las tropas ecuatorianas dejan sus muertos y en su ignominiosa huida desparraman cobardemente sus minas; a los 10 minutos y luego de que las Tropas Peruanas se reorganizaran, estas reciben arteramente fuego masivo de morteros y de artillería provenientes de los Puestos de Vigilancia ecuatorianos Banderas y Coangos durante 4 horas y 30 minutos. Para eludir el fuego enemigo y evitar que los ecuatorianos cumplan con su objetivo de aniquilar a la guarnición peruana vencedora, los peruanos adoptan un sistema defensivo y de seguridad para evitar bajas por el fuego a discreción, ocupando una posición de protección y de seguridad y dominante sobre el Falso Tiwinza ubicado en la cota 1061, de esta manera los peruanos logran mantener la posición recuperada.
Ni Iwas ni FFEE... reservistas.
Un cementerio provisional que se volvió permanente y que por buena voluntad del vencedor se concedió como propiedad privada para que hagan su cementerio y sus ceremonias... lo cual lo veo difícil de realizar.
Los estragos de las minas antipersonales ecuatorianas usadas contra sus soldados una vez tomadas las posiciones donde se encontraban.
El hospital de campaña de E pasada la cordillera del Condor.
Las condiciones reales del combate y no propaganda bonita que les gusta poner y creer a algunos.
https://www.youtube.com/watch?v=tL5fJzK9Myw
Ahora si lo prometido es deuda:
@calderon41
¿Cuales eran los objetivos políticos y militares que tenia el Ecuador en la escaramuza de 1995?
Howdy, Stranger!
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