América Militar: información sobre defensa, seguridad y geopolítica

Programa Antártico Colombiano 2014-2015

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Comentarios

  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente
    Juliog escribió:


    Una pregunta Sr. dlopez, que tipo de avión es ese ?   y seria el segundo en llegar a la Antártida ?

    Cordial saludo.

    Tengo entendido que es el mismo avión, pero por el proceso de "capacitación" que adelanta la tripulación, se realizan varias actividades de apoyo, vuelos, proceso de carga, etc.


  • AndresK
    AndresKForista Subteniente
    Forista Subteniente

    Así es. Es el FAC 1005 y hace vuelos de capacitación entre Chile y la Antártida. Como forma de ir cogiendo práctica.

  • Juliog
    JuliogForista Soldado
    Forista Soldado

    Agradezco su gentil respuesta y me queda claro... Srs. dlopez y AndresKumaco.

    Cordial saludo.

  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente
  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
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  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente

    Privilegio y seguridad: el Bell 412 sobre elhielo

    image​Sobrevolar la serena belleza de los glaciares azules y los picos de basalto es un constante recordatorio de que no estamos en un lugar que recibe a sus visitantes con ternura. En un mundo que parece hecho a la medida, calculado para nosotros los seres humanos y modificado para nuestra seguridad y conveniencia, la indiferencia de la Antártida ante nuestra vulnerabilidad y pequeñez es una sensación intimidante.

    En cualquier lugar, contar con un helicóptero en una expedición científica es un raro privilegio; pero en estas latitudes, se convierte en una cuestión de seguridad. Una emergencia médica, un bote Zodiac que no aparece, un grupo de investigadores varado en alguna playa, la necesidad de pedir ayuda a alguna de las estaciones de investigaciones, son todos escenarios muy plausibles en la Antártida. Por otro lado, desde el punto de vista científico, un helicóptero no sólo es la única forma de acceder a lugares importantes de muestreo y fotografía, sino la manera de entender el contorno del terreno.

    El Bell 412 de la Aviación Naval acogido en el hangar del ARC 20 de Julio para esta misión aportó todos esos elementos a la Primera Expedición de Colombia en la Antártida. Es una aeronave nueva, apenas tiene 300 horas, con capacidad para 13 pasajeros. Tengo la fortuna de hacer un par de vuelos en puntos diferentes del Estrecho de Gerlache, y bajo condiciones totalmente distintas de clima y luz. El primero sucede durante una fría pero soleada mañana de enero, donde tengo la oportunidad de seguir los pasos de esta compleja coreografía entre buque y aeronave.

    El proceso comienza con una reunión pre-vuelo en el Centro de Información y Combate (CIC), una pequeña habitación que infunde toda la gravedad que uno esperaría hallar en un buque de guerra. Está llena de equipos electromagnéticos de comunicaciones, un radar, un tablero con los estados de alerta, el alto sillón del capitán y un anaquel de manuales para diversas operaciones militares. Hoy están reunidos el Comandante Camilo Segovia, el Jefe de Operaciones Capitán de Corbeta Norman Ortiz, el piloto del helicóptero Capitán de Corbeta David Ortiz; su copiloto, el Teniente de Navío Camilo Castellanos, y un representante de cada una de las cuatro estaciones directamente involucradas con la operación del helicóptero.

    La planeación abarca las condiciones meteorológicas, el perfil de vuelo y los objetivos a cumplir. Se habla del plan de comunicaciones, que utiliza un VHF aéreo, uno marino y uno táctico, en frecuencias primarias y secundarias. Finalmente se contestan preguntas y se especifica lo que habría que hacer en caso de emergencia, además de otras inquietudes de carácter estratégico que no me es posible escuchar.

    “Personal que asiste a la maniobra de vuelo, pasar al hangar” se oye por el altoparlante tan pronto termina la reunión. Mientras el buque se pone de proa al viento evitando que entre en ángulos mayores de 30 grados, en la cubierta de vuelo el Jefe de Seguridad Teniente de Navío Wilson Ríos dirige su propia coreografía, que es similar a la de un portaaviones.

    Varios tripulantes bajan las bordas alrededor de la plataforma, y de pronto la popa queda intimidantemente expuesta, a medida que cabalga sobre el mar. Una vez el Comandante Segovia autoriza el despegue, un semáforo en la plataforma enciende la luz verde y el helicóptero energiza turbinas. Acto seguido, un señalero vistiendo chaleco amarillo se comunica con piloto y copiloto por medio de un código de señales de brazos.

    La torre de control, que está tras una ventana al lado del hangar, transmite a los pilotos los datos de la velocidad y dirección del viento, el rumbo del buque, y cuántos grados de balanceo y cabeceo tiene la embarcación. A un pitazo del señalero, los cuatro cadeneros, con un chaleco azul, se ubican acurrucados junto a los patines del helicóptero y esperan la indicación de soltar las cadenas.

    Un ingeniero líder de chaleco rojo, dos bomberos, dos camilleros y un enfermero están pendientes de una emergencia. Sus mangueras están conectadas a una que produce espuma al mezclarse con el agua de mar. Abajo, un bote está listo para salir en caso de necesitarse un rescate. Una vez el piloto se asegura de que las cuatro cadenas están en manos de los cadeneros, el jefe de seguridad nos hace señas a los pasajeros para embarcarnos en el helicóptero.

    Un reto para la aviación

    El viento y el ruido producido por las aspas son ahora algo abrumador, y trato de concentrarme en prender la cámara que he pegado con una masa de cinta pegante plateada a la estructura del aparato. Su lente gran angular promete tomar imágenes inolvidables. Un par de pases sobre el buque, y luego, a través de las puertas abiertas, la geografía de las islas Liédge y Brabant se abre de repente bajo nuestros pies.

    Volamos sobre costas dramáticas, radas que forman espejos negros de agua, picos y laderas cubiertos de gruesas capas de nieve que se escurren hacia abajo como crema de merengue. Pasamos sobre témpanos solitarios flotando como corchos, con parejas de focas cangrejeras asoleándose indolentes sobre ellos. La estructura masiva del iceberg se ve claramente debajo del agua; una arquitectura secreta que acarrea su propio ecosistema a medida que se derrite lentamente. No muy lejos, un grupo de ballenas dejan ver sus lomos y colas arqueándose sobre el mar.

    Una hora después, la Antártida hace lo que sabe hacer, y el mar azul se vuelve gris; donde antes había sol ahora hay una claridad lechosa, y jirones de niebla cubren el horizonte. Es como si voláramos dentro de una fotografía en blanco y negro.

    [aerea1]

    “Nunca habíamos volado sobre nieve”, me dice el copiloto, Teniente de Navío Camilo Enrique Castellanos, del Grupo Aeronaval del Pacífico esa noche. “Y lo que nos dijeron es cierto. Es difícil, es complicado, y no es como en otras partes donde uno ha volado, en que el cambio en las condiciones es progresivo. Aquí el cielo se cierra en minutos; es casi instantáneo”.

    Para el piloto Capitán de Corbeta David Ortiz, del Grupo Aeronaval del Caribe, el paisaje es complicado porque cuando hay neblina se pierde el contraste. “Uno ve blanco el cielo y blancas las montañas y no sabe a simple vista si está a dos metros de altura, o 20. Pero a mí lo que me tenía un poco estresado es la parte meteorológica; nos hemos encontrado arriba con vientos muy fuertes, pero los peores son los llamados vientos catabáticos que en la Antártida se aparecen de un momento a otro. Afortunadamente no los vimos”.

    Por su parte, el Bell 412 se ha comportado a la altura, y ha dejado su huella en la historia de la aviación aeronaval colombiana. “Es como si estuviera hecho para el frío”, dice el inspector de mantenimiento del helicóptero, Suboficial Primero John Fernando Vargas. “Los motores prenden de una, y todos los sistemas han funcionado igual y hasta un poco mejor de lo que se comportan en clima caliente”. Vargas hace una pausa y sonríe. “Tengo un bebé de 3 y medio años. Todo lo que se pueda hacer en pro de la conservación de la vida en el planeta para las generaciones venideras es un gran esfuerzo que podemos hacer todos. Por eso considero demasiado importante la presencia colombiana en la Antártida, y si la aeronave aporta a eso, aun mejor”.

    [helicoptero en cubierta]

    Al regreso de cada vuelo el aparato es guardado dentro del hangar con calentadores, con las aspas plegadas y fuertemente amarrado al piso. Un balcón en ese hangar hace las veces de gimnasio, y de tanto ir a la caminadora, que en el estrecho recinto está a un metro del fuselaje, ya el Bell 412 se ha convertido en un viejo amigo.

    https://programaantarticocolombiano.wordpress.com/2015/01/29/privilegio-y-seguridad-el-bell-412-sobre-el-hielo/


  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
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  • DarioLopez
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  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente
    ADMINISTRADOR. escribió:









    Creo que con un Me Gusta, no alcanza a describir lo que se hace sentir esta imagen,,,,  

    :sukses

  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente

    La biomasa de estos crustáceos equivale a casi todo el peso de los seres humanos del planeta.

    Enero 27. Haciendo acrobacias sobre la borda de popa, el biólogo marino Diego Mojica recobra una fina red blanca terminada en una botella recolectora. Ha estado recogiendo muestras de zooplancton de varias latitudes en nuestro transito suramericano para ver el rango de distribución de los diminutos organismos y entender cómo los está afectando el cambio climático. Ahora, en la Antártida, la red está capturando plancton en medio del Estrecho de Gerlache. La Comisión Colombiana del Océano, las universidades del Valle, Antioquia, y el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, todas las cuales Mojica representa en este viaje, esperan el reporte del inquieto y atlético biólogo, que se ha ganado a todo el mundo con su discreción y arduo trabajo.

    Sé que muchos de esos investigadores están interesados en el crustáceo kril, y me inclino expectante a ver lo que hay en el contenedor. Efectivamente, encuentro unos cuantos de ellos nadando afanosamente contra las paredes del recipiente, cautivos en su propia tormenta. La gente los describe como camarones en miniatura pero a mí me parecen más como langostinos rojizos de cuatro centímetros de largo. Sus patitas semi-transparentes baten el agua desesperadamente, mientras Mojica los lleva al laboratorio móvil y los transfiere a una botellita de cristal para su preservación.

    Me cuesta aceptarlo, pero según los científicos, la biomasa de estas criaturillas equivale a casi todo el peso de los seres humanos en el planeta. Y todas están en el Océano Austral. Aún más, el 70 por ciento del kril antártico está aquí mismo, en la Península. No es de extrañar que este sea el punto donde las ballenas vienen a comer.

    La mayoría de la gente vive en total indiferencia con respecto al kril antártico, que posee el magnífico nombre científico deEuphausia superba, pero en realidad es la piedra angular de este ecosistema. Su existencia es posible gracias a la gigantesca concentración de plancton vegetal que hay en estas frías aguas polares. Se alimentan de diatomeas, o algas de una célula que son la verdadera base de la cual dependen todas las formas de vida para su nutrición.

    Vistas al microscopio, las diatomeas parecen diminutas cajitas cristalinas para píldoras, caladas con dibujos radiales de poros, protuberancias y toda clase de adornos. Son pequeñitas pero no son simples ni primitivas, sino plantas avanzadas que empezaron a poblar el mar hace 140 millones de años. También visto al microscopio, un ejemplar de kril es como un cristal animado que refracta la luz. Tiene un caparazón duro que deja ver visos rojos, azules y naranja, y un corazón traslúcido, que cuando está vivo late a toda velocidad.

    Todos viven del kril

    Si algo le llegara a suceder al kril, tendría repercusiones no solo en las ballenas, sino en focas, pingüinos y otras aves marinas, peces y calamares. Porque aquí toda la cadena alimentaria se basa en este crustáceo. Es el único eslabón entre la diatomea y una ballena azul de cien toneladas, es decir, entre un alga unicelular y el más grande de todos los animales.

    Los números son asombrosos. Una ballena azul adulta come hasta tres toneladas de kril al día durante los cuatro meses que dura el verano antártico. En total, es algo así como medio billón de ejemplares. Las ballenas jorobadas, cuyos números se están recuperando a una tasa del 9 por ciento anual, gracias a la protección internacional, consumen unos 400 kilos diarios.

    Hasta hace poco se decía despreocupadamente que existe kril suficiente como para soportar no solo el apetito de las ballenas, sino el de la creciente población de focas cangrejeras, los pingüinos y delfines, y los veloces peces anticongelantes (peces que en lugar de sangre roja tienen una sustancia trasparente que evita que se congelen).

    Pero ahora que el kril se explota comercialmente en la Antártida -algunos países latinoamericanos, como Chile, lo explotan desde 2011, pero otros como Rusia lo llevan pescado desde los años setenta- surge la importante necesidad de tener cuidado con el recurso. La carne del crustáceo tiene un diez por ciento de proteínas, y desde los años setenta los rusos han agregado su harina al pan diario de los trabajadores. Se dice que es la panacea en materia de proteínas para los pueblos del sub-Sahara africano, y adorna las galletas de arroz japonesas.

    El papel central del kril en la cadena alimentaria antártica es distinto del de cualquier otra especie. La mayor parte de los animales marinos capturados por el hombre son depredadores que se encuentran en lo alto de la cadena. Pero una operación de captura de kril se concentra en el penúltimo eslabón, y todos los escalones más altos resultan afectados. ¿Podría una explotación masiva llegar a afectar la ración de comida de las grandes ballenas, los pingüinos y demás comensales?

    Por otro lado, puesto que la Península Antártica está atravesando tantos cambios físicos, químicos y oceanográficos cortesía del calentamiento, es preciso entender cómo los pequeños crustáceos podrán estar siendo impactados por cosas como el aumento de temperatura, la acidez del agua, los cambios en la capa de hielo marino y la radiación ultravioleta del cielo.

    Entonces, un reto para los investigadores es comprender el ciclo de vida del kril, en particular su capacidad para vivir bajo el hielo marino durante el lago invierno polar. Se sabe que los crustáceos se concentran en enjambres todos los veranos para alimentarse y reproducirse. Y se piensa que los huevos, una vez liberados, se hunden a aguas profundas, donde están más protegidos de los depredadores.

    Refugio bajo el hielo

    En esa oscuridad de los 500 a 2,000 metros, los huevos se rompen y la larva comienza su migración de vuelta a la superficie. Es ahí cuando el kril juvenil debe encontrar alimento y refugio para sobrevivir su primer invierno. No hace mucho se descubrió que este refugio es directamente debajo bajo el hielo marino, donde los kril jóvenes se pueden alimentar de algas. Están colgados en el límite entre líquido y sólido, segando las algas del hielo en franjas, como un granjero cortando heno.

    Y eso es algo que no ha escapado a los pingüinos adelia, que se hartan de ellos en cada inmersión. Un kril puede vivir alrededor de cinco años, y se reúnen en colonias que se ven como manchas cafés, y como el kril debe nadar para no hundirse, cada colonia progresa unida avanzando en el agua.

    En marzo de 1981 una “superagrupación” de kril fue detectada cerca de la Isla Elefante por el sonar de un buque oceanográfico. Tenía una superficie de 150 kilómetros cuadrados, con una profundidad de 200 metros. Algunas capturas hechas mediante redes en esa ocasión contenían hasta diez mil ejemplares por metro cúbico; sin embargo, otras muestras tomadas después en el mismo lugar casi no contenían nada. Los científicos que viajaban a bordo del buque estimaron que la colonia completa estaba conformada por unos nueve billones de kilos de kril.

    Varias de las estaciones antárticas -tanto en tierra firme como embarcadas- de los distintos países están adelantando estudios sobre el kril. Y ahora, con la presión de las pesquerías y los cambios en el medio ambiente, es aún más urgente saber hasta qué punto se puede extraer sin perjudicar este delicado ecosistema.

    Sostengo a la luz el frasquito con los krill de Diego Mojica. Flotando dentro del etanos, tienen información que sólo pueden entregar en forma póstuma. Sin contar con las algas diatomeas, cuyos números son mayores que las estrellas en el universo, es verdad que el kril es el pequeño gigante antártico.

    http://www.eltiempo.com/multimedia/especiales/expedician-colombiana-a-la-antartida-kril-el-pequeao-gigante-antartico/15227437

  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente

    C-130 Hércules sobrevolando los Andes Chilenos de regreso a #Colombia

    Fuente Fuerza Aérea Colombiana.

  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente

    Hércules C-130 hace escala en #Peru para tanqueo después de recorrer 1335 millas desde Santiago de #Chile hasta Lima


  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente

    Médico #FAC en la Antártida, realizó pruebas para determinar la resistencia cardiovascular a temperaturas extremas

  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente

    Cdte CATAM da bienvenida y felicita a la tripulación #Antártida por dejar en alto el nombre de @FuerzaAereaCol

  • silverback
    silverbackForista Sargento Mayor
    Forista Sargento Mayor

    Primera misión colombiana en la Antártida está de regreso

    La expedición, que inició su viaje desde Cartagena el pasado 16 de diciembre, emprendió su retirada.

    El fin de esta expedición científica comenzó el lunes pasado con la visita, al Continente Blanco, de una delegación diplomática encabezada por el ministro de Defensa, Juan Camilo Pinzón; la canciller, María Ángela Holguín y el comandante de la Armada Nacional, almirante Hernando Wills Vélez.

    Desde la ciudad chilena de Punta Arenas se desplazaron a bordo de un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Colombiana y aterrizaron en la isla del Rey Jorge.

    Allí se encontraron con el equipo colombiano, conformado por 21 científicos, y realizaron un acto protocolario en el que se develó una placa y se izó la bandera con el tricolor nacional.

    En días anteriores, dos buzos se habían sumergido en las gélidas aguas que bañan la Antártida, con una bandera de Colombia.

    Y allí les tomaron una foto, en medio del hielo, que representó uno de los momentos más simbólicos de la exploración.

    “Fueron momentos muy emotivos, que nos llenaron de orgullo”, comentó el capitán Guillermo Laverde, jefe de comunicaciones de la Armada Nacional, quien estuvo presente.

    Además de destacar el trabajo de la misión colombiana, Laverde resalta el valor de los científicos, que soportaron las inclemencias del clima polar (entre –20 y 0 grados centígrados).

    “En la Antártida, el ser humano no puede decidir nada. Ella decide por el ser humano”, añadió el capitán Laverde.

    Tanto el ministro Pinzón como la canciller Holguín durmieron a bordo del buque ARC 20 de Julio la noche del lunes pasado, y al día siguiente regresaron al país. “Con este primer crucero de expedición,hemos venido a interrogar los secretos de este medioambiente, aún desconocido en pleno siglo 21. Hemos venido a entender la relación de las corrientes marinas y sus microorganismos con aquellas de nuestras propias aguas cálidas. Y a determinar si las ballenas jorobadas que nacen en nuestra costa Pacífica son hermanas o primas de las que vemos en estas aguas polares”, expresó el ministro Pinzón en presencia de los científicos.

    La misión emprendió el viaje de vuelta y arribará este sábado a Ushuaia, en Argentina, que es la ciudad más austral del mundo.

    Luego viajará Punta Arenas y, más adelante, al Instituto Antártico Peruano, en la ciudad de Lima.

    Y en Colombia estarán de regreso el próximo 25 de marzo.

    Tras su arribo al país, la delegación colombiana que exploró el Continente Blanco durante varias semanas entregará un reporte sobre esta primera exploración científica a la Antártida.

    http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/ciencia/regresa-mision-colombiana-de-la-antartida/15275018

  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente

    Buque de la Armada Nacional regresa de la Antártida: cruza el Estrecho de Drake



    Después de zarpar de la Antártida este 18 de febrero el buque de la Armada Nacional de Colombia, ARC ‘20 de Julio’, a esta hora cruza el Estrecho de Drake, uno de los primeros desafíos en esta singladura de regreso a Colombia, enfrentar el paso de Drake, considerado el estrecho con las aguas más turbulentas del mundo, para lo que la Armada, la embarcación y su tripulación se han preparado por más de 25 años.



    Los 102 tripulantes en los que se encuentran los 21 científicos colombianos, estuvieron realizando investigaciones 36 días en la Antártida, Estrecho Gerlache, hasta hoy han logrado 66 días de expedición, se prevé que el próximo 12 de marzo arriben a Cartagena de Indias, Colombia, como destino final de esta grandiosa expedición.



    Por primera vez en su historia, Colombia llevó a cabo una expedición oficial a la Península Antártica para investigar científicamente el cambio climático, la evolución del clima, la biodiversidad de organismos antárticos, las adaptaciones al medio antártico, la valoración de recursos antárticos así como el relacionamiento entre Suramérica y Antártida. 



    Se trata de la segunda etapa del Programa Antártico Colombiano cuyo primer paso fue enviar desde 1989, oficiales navales a entrenarse, así como científicos y funcionarios del Gobierno colombiano a bordo de buques de otros países como observadores 

    https://plus.google.com/+armadanacional/posts/2cTH2gsLvQG

     

  • AndresK
    AndresKForista Subteniente
    Forista Subteniente

    Buen viento y buena mar en el regreso...

  • Enrique
    EnriqueEMC Brigada
    EMC Brigada

    Una misión llena de éxitosy un gran primer paso en el esfuerzo colombiano de involucrarse con el cuidado de la Antártica, Dios mediante llegarán al país sin ningún contratiempo, dejando impecable la preparación de la ARC para la misma.

    Y yo si quiero ver el casco de la 20 de Julio una vez la suban a dique seco, a ver que tanto es capaz de hacer tremendo viaje.

    Saludos

  • silverback
    silverbackForista Sargento Mayor
    Forista Sargento Mayor

    pues lo mas lógico seria que COTECMAR siguiera los pasos de Chile con su Marinero fuetealba que fue reforzada para operar en climas antarticos

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