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La guerra de Vietnam

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Comentarios

  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente
  • juantrujillo11
    juantrujillo11Forista Soldado
    Forista Soldado
    muy buenas imágenes, me gusto mucho la parte donde se explico cada uno de los equipos de fuerzas especiales participantes en este conflicto, mis respetos para el señor DarioLopez, se nota que hizo una buena investigación, gracias por entregarnos tan buenos grafícos e información, saludos!! 

  • Avenger2
    Avenger2Forista Técnico de Cuarto Grado
    Forista Técnico de Cuarto Grado

    Veo que Drozz no investiga lo suficientepor que para nada fue una sola fotografia si no tambien una serie de vídeos devastadores lo que causo el revuelo,. En particular este acto del General Loan significo  la perdida de la inocencia de la población norteamericana en su fe ciega al Gobierno central y disipó la visión romántica, de ser siempre los "buenos" en todos los conflictos en que participaba. Ejecutar a los prisioneros en estado de indefensión por mas monstruosos que fueran y aun habiendo una justicia a la cual llevarlo, llevó a perder el apoyo de la opinion publica y con el tiempo su accionar internacional, como el apoyo a la dictadura Survietnamita que al final sucumbió ante la retirada de las tropas norteamericanas y el avance del norte.

  • CANTILLO
    CANTILLOForista Soldado
    Forista Soldado

    Los SEAL`S Siempre adelantados a su epoca..

  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente

    A Marine walking point for his unit during Operation Macon, 1966. ~ Vietnam War

    MACV-SOG, 1967 ~ Vietnam War

    05 Feb 1968, Hue - A U.S. Marine aims a recoiled rifle at a target in Hue during the Tet offensive of 1968

    11th ACR soldier displays an M16 with starlight scope and silencer attached.

    US Soldiers, battle of Dak To, Hill 875, South Vietnam, November 1967

    Manning the guns of a Navy patrol boat (PBR).

  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente

    Rootin' Tootin' Raspberry, 1969. A member of the U.S. Army 101st Airborne Division sets smoke for a helicopter extraction near Tam Kỳ in the Quảng Tín Province. Photo by Captain Roger Hawkins, U.S. Army.

  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
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  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
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  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente
    El Sargento de Primera Clase Jorge A. Otero Barreto (Ret.), A.k.a. "El Rambo Puertorriqueño" (nacido el 7 de abril de 1937), obtuvo 38 decoraciones militares y es uno de los soldados estadounidenses más decorados de la Guerra de Vietnam. Debido a sus múltiples premios ha recibido el reconocimiento de numerosas organizaciones y ha tenido edificios que lleva su nombre. También es el tema principal de Brave Lords, un documental que narra la historia de la experiencia puertorriqueña en la guerra en Vietnam.
    Otero Barreto nació en la localidad de Vega Baja, Puerto Rico, hijo de Eloy Otero-Bruno y Crispina Barreto-Torres. Su padre lo nombró "Jorge", español para George, después de George Washington a quien Otero-Bruno admiró. En Vega Baja, Otero Barreto recibió su educación primaria y secundaria. Asistió a la universidad por tres años, estudiando biología hasta 1959 cuando se unió al ejército de los Estados Unidos. Después de su entrenamiento básico, asistió a la Escuela de Asalto Aéreo del Ejército, graduándose en 1960. Fue el primer puertorriqueño en graduarse de la Escuela de Asalto Aéreo del Ejército de Estados Unidos.
    De 1961 a 1970, Otero Barreto sirvió cinco viajes en el Sudeste Asiático, empezando como un asesor que ayudó a entrenar a tropas vietnamitas. Según el documental "Brave Lords", Otero Barreto sirvió en varias unidades militares durante su carrera militar. Sirvió en la 101ª División Aerotransportada y en la 25ª División de Infantería "Trópico Rayo". Él también sirvió en la 82da división aerotransportada, una división de infantería aerotransportada activa del ejército de Estados Unidos que se especializa en operaciones del aterrizaje del paracaídas y en el 173.o equipo aerotransportado de la lucha de la brigada. Participó en 200 misiones de combate, resultó herido cinco veces en combate y recibió 38 decoraciones militares, convirtiéndolo en "el soldado más decorado de la Guerra de Vietnam".
    Entre sus muchas decoraciones se encuentran 3 Estrellas de Plata, 5 Estrellas de Bronce con Valor, 4 Medallas de Alabanza del Ejército, 5 Corazones Púrpuras y 5 Medallas de Aire (una por cada 5ª misión que involucró un helicóptero).
    Otero Barreto ha sido llamado "el veterano puertorriqueño más decorado", y los medios de comunicación y varias organizaciones lo han llamado "el soldado más decorado de la Guerra de Vietnam". Sea cual sea el caso, Otero Barreto sigue siendo uno de los veteranos de guerra de Vietnam más decorados y posiblemente el soldado estadounidense más decorado en la Guerra de Vietnam que vive hoy.
    El 22 de junio de 2012, Otero Barreto fue el orador principal en una cena conmemorativa de veteranos de Vietnam en Lorain, Ohio. El 1 de septiembre de 2006, la Coalición Nacional Puertorriqueña honró a Otero Barreto con un "Lifetime Achievement Award" en una conferencia celebrada en el Hotel Hilton de Chicago. El orador principal fue el congresista estadounidense Luis Gutiérrez.
    Un hogar de transición para los veteranos en Springfield, Massachusetts, la SFC Jorge Otero-Barreto Homeless Veterans Transitional Home, también fue nombrado después de Otero Barreto. El hogar es manejado por los veteranos de Vietnam del capítulo # 866 de América en Springfield, Massachusetts. La casa es parte de un programa llamado el "Programa de Transición de los Veteranos Desamparados de Jorge Otero Barreto" que alberga a doce veteranos. El programa ofrece asesoramiento, servicios de DVA del Centro de Extensión para Veteranos Bilíngües de Massachusetts Occidental, asistencia para obtener asistencia financiera del Capítulo 115, reuniones de AA / NA y reuniones de Rehabilitación de Abuso de Sustancias Cristianos.
    La ciudad de Vega Baja dedicó su museo militar a Otero Barreto y lo nombró el "Museo Jorge Otero Barreto". El 2 de octubre de 2011, Otero Barreto fue nombrado Vegabajeño del Año en Civismo (Ciudadano Cívico del Año de Vega Baja). Otero Barreto fue presentado en la película documental Señores Bravos, una perspectiva sobre la guerra en Vietnam, como experimentado por los soldados puertorriqueños.


  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente

    SOLDADOS ARGENTINOS QUE PRESTARON SERVICIO EN LA GUERRA DE VIETNAM.

    Hace más de treinta años, un grupo de observadores militares de nuestro país estuvo en el teatro de operaciones más crítico del planeta; hoy relatan sus impresiones y analizan la derrota norteamericana

    Uno de los más dramáticos y cruciales períodos de la Guerra de Vietnam fue el transcurrido entre enero y agosto de 1968, cuando el conflicto no estuvo casi nunca ausente de las primeras planas de los diarios del mundo, que registraban la magnitud y la ferocidad de las operaciones militares que comenzaron con la ofensiva comunista del Tet. Justamente por esos meses de sangre y fuego, en que las ciudades de Vietnam del Sur (desde Saigón a Hue), el amplio delta del Mekong y los interminables arrozales se poblaron con el estruendo y la espesa niebla del combate, un grupo de observadores militares argentinos tuvo la extraordinaria oportunidad de estudiar, in situ, lo que ningún curso ni manual militar les podía enseñar acerca de esa nueva guerra que combinaba tácticas insurreccionales y operaciones de combate convencional.

    La historia de esta misión argentina en Vietnam se inició con una invitación oficial de las autoridades militares norteamericanas para que un grupo de observadores argentinos fuera enviado a ver lo que estaba ocurriendo en aquel distante teatro de guerra. Al frente de la misión, cuya partida estaba fijada para febrero de 1968 y que se postergó finalmente hasta mayo de ese año (precisamente por el inicio de la ofensiva del Tet) estaba el entonces general de brigada (hoy general de división R) Mariano Jaime de Nevares. Integraban su equipo (con representantes de las tres Fuerzas) el coronel (R) Alberto C. Vallejos, el por entonces mayor José T. Lagomarsino de León (ya fallecido), el comandante (actualmente brigadier mayor R de la Fuerza Aérea) Héctor R. Roy y el capitán de fragata (hoy capitán de navío R) Arnaldo De Paola. En total, tres oficiales de Ejército, uno de Marina y uno de Fuerza Aérea.

    Reunidos recientemente frente a un espumoso café y bajo la tenue luz que se filtra por los espesos cortinados de uno de los salones del Centro de Oficiales de las Fuerzas Armadas, en avenida Quintana, los cuatro sobrevivientes de la misión recuerdan con inusual detalle y lucidez aquel momento clave de la historia contemporánea. Hablando sobre la Ofensiva del Tet que atrasó su llegada a Saigón, el general De Nevares aclara: "Esa ofensiva le dio al Vietcong una repercusión en la prensa fenomenal ya que casi ocuparon la embajada norteamericana en Saigón, estuvieron ahí, en las puertas. Fue desde todo punta de vista (y más allá de las elevadas bajas comunistas en la operación) un gran triunfo de propaganda para los comunistas".

    Hablando sobre las dificultades tácticas y estratégicas de los norteamericanos en una guerra tan inusual, el militar explica: "Tuvo mucha importancia el hecho de que decisiones clave se tomaron a gran distancia, en Washington mismo. Los blancos aéreos los elegía el presidente Lyndon B. Johnson. Yo le adjudico una gran responsabilidad a Robert S. McNamara, secretario de Defensa norteamericano, que como ustedes saben había sido un genio como el gerente que levantó a la empresa Ford en los años cincuenta. Pero en la guerra hay principios que no los hizo ningún sabio y son directamente fruto de la experiencia milenaria. El más importante de ellos es que si uno va a la guerra es para hacerlo con todos los medios disponibles, para emplearlos con la máxima energía y la mayor rapidez para doblegar la voluntad del adversario. Y allá, en Vietnam, los norteamericanos lo hicieron por goteo, por partes".
    Guerra con manos atadas

    La misión argentina en Vietnam llegó allí el 9 de mayo de 1968, y permaneció un mes en el lugar visitando todas las zonas de combate, sin encontrar limitación alguna para observar las operaciones que se estaban desarrollando. Todos los oficiales argentinos señalan hoy como una desventaja para los norteamericanos el carácter limitado de la guerra, y el miedo que tenían de una escalada del conflicto. El general De Nevares recuerda al respecto: "El puerto y centro industrial norvietnamita de Haiphong recibía constantemente barcos rusos y chinos. El 80 por ciento del material militar de los comunistas entraba por ese puerto. No lo bombarderon, sin embargo, sino hasta el final de la guerra, en la Navidad de 1972. Nixon ordenó entonces los ataques aéreos que provocaron igual una inmensa reacción negativa en los Estados Unidos. Era un guerra que se peleaba un poco con las manos atadas".

    Otro aspecto que les llamó la atención a nuestros oficiales era la forma en que vivían las tropas norteamericanas en Vietnam. "Ellos estaban en enclaves fijos o semifijos -señala el capitán de navío (R) Arnaldo De Paola-. A mí particularmente, y creo que a todos, me llamó la atención, en algunos asentamientos de fuerzas norteamericanas, que éstas tenían baños azulejados en plena zona de combate. Estaban verdaderamente instalados ahí, como para quedarse a vivir. Cuando se producía la detección de fuerzas enemigas, salían los helicópteros a llevar unidades, se producía el combate (con número elevado de bajas) y después se retiraban del terreno batido y volvían a la noche "a dormir en casa (señala entre risas). La guerra no se gana así, en esa forma de ida y vuelta."

    Agrega al respecto el coronel (R) Alberto C. Vallejos: "En todos los lugares que fuimos tenían helado de crema y de chocolate. Los abastecimientos eran impresionantes". Y el brigadier mayor (R) Héctor R. Roy concluye: "En uno de los hangares que visitamos se almacenaba sólo papel higiénico. Preguntamos la razón y nos contestaron que lo hacían para cuando llegaba el relevo con la tropa fresca, porque los nuevos siempre hacían más uso de papel higiénico, y entonces la computadora de la base ya había hecho el pedido, previendo su necesidad".

    La delegación argentina fue atendida con gran consideración. Fue recibida en Saigón por el mismísimo general William C. Westmoreland. Además, el general Creighton W. Abrams (uno de los más brillantes comandantes de tanques de la Segunda Guerra Mundial), el 25 de Mayo tuvo palabras especiales para los oficiales argentinos en su fecha patria. Como en ese momento las Fuerzas Armadas argentinas estaban vislumbrando la posibilidad de comprar equipo militar europeo, los norteamericanos se empeñaron en demostrarles en la práctica las bondades de sus armamentos y helicópteros. Así Westmoreland dispuso que su piloto personal trasladara en un helicóptero Bell a los militares argentinos a los distintos sitios donde había acción.
    Un 25 de Mayo distinto

    El mismo día en que Abrams recordó la fecha patria argentina, los integrantes de la misión, que residían por entonces en un hotel ubicado en pleno centro de Saigón, a pocas cuadras de la embajada norteamericana, tuvieron ocasión de palpar otro "festejo" muy especial ofrecido por el Vietcong. Esa noche, los comunistas bombardearon la ciudad. "Creo que la intención era pegarle a la embajada -recuerda De Paola- y llovieron algunos bombazos muy cerca nuestro. No era que bombardearan el hotel especialmente. En su interior, la gente corría aterrada vestida sólo con ropa interior."

    "Normalmente -agrega Vallejos-, Di Paola se quedaba escribiendo hasta tarde cartas a su familia. Yo estaba en el sobre y de repente sentí un gran estallido y un calor insoportable. En seguida, por la pared empezaron a trepar unos bichos que parecían ciempiés. En el apuro nos pusimos la ropa de combate norteamericana y entonces De Paola nos dijo: ´Vamos a vestirnos con el uniforme argentino, por si el Vietcong está abajo´. Así que en un momento nos cambiamos de ropa y salimos. Se había cortado la luz y la gente bajaba corriendo en ropa interior por las escaleras. La preocupación nuestra era que no aparecía el señor general. Entonces subí hasta su habitación, golpeé la puerta y salió en robe de chambre diciendo: ´Ya voy a bajar, quédense tranquilos que me encuentro bien´. Luego del bombardeo subimos a la terraza y vimos un auto incendiado por un morterazo. Después, los Vietcong repetirían otras noches el baile. Usaban morteros, los ponían en el patio de una casa y empezaban a disparar puntualmente a la una de la mañana."

    El general De Nevares agrega al respecto: "Era un baile que duraba hasta el amanecer. En seguida aparecían helicópteros que tiraban bengalas, así que era una noche siempre movida, entre el ruido de los morterazos y el de las aspas de los helicópteros. Siempre había algún movimiento".

    Hablando sobre la preparación y el espíritu de los combatientes norteamericanos en aquel conflicto, De Nevares recuerda: "A mí me resultaba muy difícil expresar mi opinión a los generales norteamericanos aunque me la pidieran, porque eran generales para los cuales aquella ya era la tercera guerra en la que participaban. El promedio de edad de un general norteamericano en aquella época era de 50 años. En una ocasión, sí le dije lo que pensaba a un grupo de oficiales cuando no estaba presente su comandante. Cuando éste apareció se lo transmitieron y se enojó muchísimo. Yo les había dicho que la preocupación tremenda de ellos más que ganar la guerra era no perder gente, tener el menor número de bajas posible. Entonces, se movía una hoja, alguien lo advertía, y ahí venían la artillería, los morteros, tiros de todo tipo y para todos los lados. Por supuesto que para el comandante de tropa, una de sus mayores preocupaciones es cuidar la vida de su personal. Pero en aquella guerra se exageraba esa actitud hasta lo imposible, realizando un esfuerzo fenomenal, estéril, y produciendo una deformación de lo que es el combate".

    A su vez el capitán De Paola señala: "Tuve oportunidad de estar embarcado en el portaaviones Ticonderoga, que hacía patrulla por el golfo de Tonkin. Estuvimos 3 o 4 días allí. Yo pude observar todas las operaciones de la nave y pedí que me alojaran con un oficial norteamericano para poder conversar con él. Lo hicieron, me ubicaron junto a un capitán de corbeta, piloto de un avión de observación. El me contaba que era abogado y que lo habían convocado para la guerra, en la que tenía que servir un año. Yo le preguntaba si estaba satisfecho con eso. No -me decía-; yo preferiría estar en los Estados Unidos practicando mi profesión. Pero tengo la obligación de cumplir con mi país como oficial de la Reserva que soy de la Armada norteamericana". Y el tipo estaba de lo más motivado en su tarea. La gente de Reserva de los Estados Unidos va a la actividad bélica cuando la llaman.

    La misión argentina pudo visitar, muchas veces bajo el fuego enemigo, los distintos frentes de combate. Así, estuvieron en Hue (la vieja ciudad imperial en la que se peleó muy duro ese año), Cam Ranh Bay, Da Nang, Pleiku, recorriendo también el delta del Mekong (al que nuestros oficiales coinciden en definir como espectacular), donde pudieron observar operaciones militares basadas fundamentalmente en lanchas artilladas.

  • DarioLopez
    DarioLopezColaborador, EMC Subteniente
    Colaborador, EMC Subteniente

    Tiros para quince años

    Una de las cosas que impresionaron vivamente a los integrantes de la misión fue la cantidad de armamento desplegado por los norteamericanos. El brigadier Roy señala al respecto: "Con el armamento que yo vi en Vietnam, la Fuerza Aérea Argentina podría haber estado tirando tiros por quince años. Era impresionante la cantidad de bombas que veíamos dispersadas por todos lados. Fue increíble la cantidad de explosivos que arrojaron sobre Vietnam para no ganar la guerra".

    Otro detalle que sorprendió al general De Nevares fue la escasa participación que se daba por entonces en las operaciones militares a las tropas survietnamitas. "Otro grave error -aclara- de parte de los norteamericanos fue menospreciar la capacidad del ejército survietnamita.

    "Cuando nosotros llegamos, creo que ni el tráfico le dejaban manejar. Y la Ofensiva del Tet, curiosamente, demostró una buena capacidad de reacción y de combate de las pocas tropas del Sur que ellos habían equipado e instruido. Esa gente fue a los cuarteles a buscar las armas, combatió y fue una sorpresa la garra con que lo hicieron. Así, en la última etapa de la guerra, cuando ya la opinión pública norteamericana protestaba cada día más, se le dio una participación mucho más activa a los survietnamitas. De haberlo hecho desde el principio, tal vez el resultado hubiera sido diferente."

    A cada uno de los integrantes de la misión argentina en Vietnam, la guerra le dejó nítidas conclusiones y fuertes impresiones. El general De Nevares, por ejemplo, destaca el profesionalismo de los militares norteamericanos. "A mí me impactó su profesionalismo y la falta de objeciones que tenían. Había que cumplir un deber y lo hacían, sin comentarios. En cuanto a Vietnam, el país, lo conocimos realmente poco, porque cuando parábamos en Saigón había toque de queda a partir de las 6 de la tarde. Ahí ya no se podía salir sin poner en peligro la vida. Tanto que el cóctel de despedida que hicimos para retribuir atenciones tuvimos que realizarlo a las 4 y media o 5 de la tarde. Del país, poco puedo decir, porque estábamos permanentemente en movimiento entre las zonas de combate. Los norteamericanos cometieron errores muy serios acerca de aquella guerra. Nunca creyeron en la determinación, el heroísmo y el valor de sus aliados del Sur. También subestimaron al oponente. Poco a poco la situación se les fue haciendo intolerable hasta que los comunistas entraron en Saigón. La configuración del terreno, la orografía, la vegetación, también anularon en buena parte todas sus formidables ventajas desde el punto de vista tecnológico. Porque una cosa es luchar en Arabia donde el tanque, el helicóptero y el avión tienen una función protagónica, y algo muy distinto es moverse en la selva donde el enemigo se desvanece."

    Para el capitán de navío (R) De Paola, en cambio: "En mi caso, lo que más me impresionó (siempre me ha impresionado) es el despliegue de medios tremendos que los Estados Unidos pueden poner sobre el terreno, y estoy hablando de treinta años atrás. Hoy en día es todavía mayor. Apabullan por la cantidad de tropas y medios modernos para la guerra, así como por el confort con que viven sus combatientes, con palos de golf y raquetas de tenis incluidas. Creo que el consumo de munición en Vietnam, de todo tipo, fue similar al de la Segunda Guerra Mundial. También me impresionó la convicción con que los norteamericanos van a una guerra en nombre de su país, sin desconocer motivaciones y suspicacias políticas que puedan tener. Pero su país les ordena y les pide que hagan algo y van con los ojos cerrados a hacerlo".

    Para el brigadier Roy, en cambio, lo que lo sorprendió tuvo que ver más con la actitud del militar norteamericano. "Generalmente -aclara- uno tiene la idea de los Estados Unidos en guerra a través de sus propias películas, con los soldados indisciplinados, que le faltan el respeto al superior sin problemas, o que llevan puesto el birrete al revés. Yo no vi nada de eso en aquella guerra. El subalterno era subalterno, el superior era superior, y había un profesionalismo impresionante de ambas partes. Me llamó la atención, también, observar cómo ellos dividían el día de la guerra, por decirlo así. Lo dividían en tres horarios de 8 horas cada uno, y cuando el combatiente estaba en descanso podía realmente pasar un general al lado suyo y no lo saludaba, ni se paraba para nada, permaneciendo en descanso. Algo que nosotros, tal vez por otros antecedentes de educación militar (quizá más germánica), encaramos en forma distinta. El superior pasa y hay que gritar atención y se para todo el mundo, aunque el soldado realmente necesite su descanso. Ellos se lo daban."

    El coronel Vallejos, por su parte, dice: "Lo que me sorprendió fue la forma en que ellos implementaron el reabastecimiento de su logística. La logística venía completa de los Estados Unidos en los barcos Liberty. La operación para descargarlos y volverlos a cargar en Cam Ranh Bay o Da Nang demoraba tres días y medio, y había que acortar ese tiempo sí o sí. Así aparecieron los famosos containers , con los que la operación se acortó a 24 horas. Eso habla de cómo ellos aplicaban experiencia de guerra para mejorar aspectos de su logística, cosa que después derivaría en un aprovechamiento para el comercio en tiempos de paz".

    Vallejos también recuerda su experiencia en la Saigón de aquella época. "Era la vida de un país en guerra. Había enorme cantidad de menesterosos en las calles. Muchísimos estaban afectados por problemas ópticos. Nos golpeaban la pierna para saber dónde llevábamos la billetera y después, ¡zas!, con una hojita de afeitar trataban de cortar la ropa y arrebatarla. Además, sobrecogía la presencia constante y rutinaria de la muerte. Como me dijo un empleado civil del hotel: ´Acá cada uno tiene un muerto que llorar. O el novio, o el padre o el hermano. Siempre en la familia hay algún muerto´. La muerte era un acontecer diario, una rutina que no perturbaba a nadie. El enemigo, además, estaba en todos lados. La guerra revolucionaria tiene esa particularidad. El frente está en 360 grados y al puesto de guardia o comando le puede venir de cualquier lado el ataque. No había un frente fijo, delimitado."

    Concluyendo, el oficial de Ejército asegura también que entre la población civil de Vietnam del Sur se percibía: "No sé si llamarlo odio, pero sí rechazo hacia el extranjero. No nos olvidemos que Vietnam estuvo ocupado por los japoneses, franceses y, últimamente, por los norteamericanos, así que en el fondo había un rechazo. Hablando con un empleado civil del hotel le preguntamos qué opinión tenía de aquella guerra y dónde había estado. El nos dijo: "Miren, yo me eduqué en Francia, pero en realidad, nosotros queremos cuanto antes que todos nuestros hermanos estén unidos, no queremos más extranjeros en nuestra tierra".

    Comentario lapidario, que más allá de cualquier explicación táctica o estratégica, expresaba el carácter único de aquella terrible y ya distante guerra. La misión argentina en Vietnam había cumplido sus objetivos, tomando nota como testigos privilegiados y muy perceptivos de una de las experiencias bélicas más devastadoras y frustrantes del siglo XX.

    Por Ernesto G. Castrillón y Luis Casabal De la Redacción de LA NACION


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