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CAUCA, DE LA REGIÓN A LA NACIÓN

ErichSaumeth
ErichSaumethAdministrador Sargento Primero
Administrador Sargento Primero
Editado Sun, 29 July 2012
en Artículos #1
Autor: Erich Saumeth Cadavid

DaogG.jpg Tres actores diferentes con estrategias políticas, sociales y militares disímiles. Justificas o injustificadas, lo cierto es que las tres se entrecruzan, porque para que cada una de ellas sea viable se hace necesario la acción –positiva o no- de las otras dos. Se explica esto en que cada uno de estos actores conoce de antemano las líneas de acción de sus oponentes, siendo esto paradójico, pues la mejor manera de definir una política en concreto es a través de la crítica y el ataque a las de (los considerados) rivales en este conflicto en particular: Los nasas a la insurgencia y al estado; este por supuesto a la insurgencia y a los indígenas, y la insurgencia a cualquiera que se interponga en su camino, es decir a los otros dos.

Sin embargo y a pesar de estar más que justificadas las pretensiones sociales de la comunidad indígena, es evidente que el conjunto de la nación colombiana no apoya los métodos y la forma en que este movimiento ha sido presentado mediáticamente, lo que lo deslegitima frente a el conjunto de la sociedad y lo hace lamentablemente inviable – a futuro- desde una perspectiva política.

Para las farc, lo que está en juego es la recuperación de los que se constituye en su retaguardia histórica –no estratégica- fundamental para la recomposición táctica de sus dos unidades principales que son el bloque oriental y el poderoso bloque sur, siendo la fuerza articuladora de todo este proceso el golpeado comando conjunto de occidente (1-Jorge Mantilla).

Si esto se consigue a futuro, ambas estructuras podrían actuar en forma de tenaza sobre todo el sur-occidente colombiano, controlando con ello al Caquetá, Cauca y Nariño y con ello las rutas al pacífico -y mas importante- la línea fronteriza con el Ecuador, vital para el suministro y aprovisionamiento logístico de esta organización.

Pero en el fondo el problema más que militar es obviamente político y social y es una muestra de la degradación del conflicto y de la incapacidad tanto de las instituciones políticas como de la misma sociedad para plantear soluciones de fondo a reivindicaciones válidas y más que justificadas.
Porque y en esencia, son los métodos o medios, los que (como lo dijimos anteriormente) deslegitiman frente a la nación la acción de los nasas, mas no los objetivos o fines de los mismos, que no son otros que el cese de la lucha armada en su entorno cotidiano.

La acción militar del estado, necesaria para combatir a la ilegalidad y a sus consecuencias, desafortunadamente no ha querido ser acompañada de una estrategia socio-económica y cultural adecuada y consensuada con las comunidades indígenas, por lo que la percepción que se tiene de la fuerza pública es la de un actor mas, generador de violencia, que el de una institución que busca la recuperación de la seguridad y la primacía y vigencia del estado de derecho y el orden constitucional. Es entonces y en el fondo un problema de percepción, que lógicamente el resto de la sociedad no tiene porque (y no quiere) entender.

En medio entonces de la desinformación y un creciente conflicto de intereses políticos –y militares- la insurgencia aprovecha la oportunidad para transformar sentimientos y reclamaciones sociales (rurales y campesinas) en contra del estado, al que califica como invasor de territorios y comunidades que con razón desconfían de la acción institucional, que a lo largo de la historia solo se ha manifestado a través de la presencia militar.

A esta diagnóstico –entre comillas- guerrillero, la respuesta obvia, -porque no se conoce otra- ha sido la de la represión militar, aunque y dese el punto de vista táctico, más que necesaria, pues el aparente (e insistimos mediático) control que las “hordas insurgentes” poseen sobre las partes altas, revive recuerdos que la sociedad colombiana decidió rápidamente pasar al olvido, lo que sin duda a su vez se ha convertido en publicidad obvia, para un nuevo movimiento político responsable por lo menos en los pasados ocho años, de la no solución a este problema.

Que no es otro que la aplicación efectiva pero en todos los órdenes, del estado social y de los derechos y garantías que la constitución ha determinado para las minorías. La afrenta de una comunidad indígena en contra de los representantes de una institución militar, si bien no justificada, no se compara al descuido -por decir lo menos-, de la sociedad mestiza con esa comunidad en los últimos 200 años de vida republicana. La historia finalmente es esa verdad constante que esta nación condena sin cesar, para tener la oportunidad de repetirla en una tragedia que nos ha marcado por generaciones.

Pero quizás y lo más importante ha sido precisamente de lo que no se hablado, de lo que no se ha discutido, pues han sido innumerables los diagnósticos pero pocas las posibles respuestas o soluciones definitivas. Esas tendrán que considerar además el rol de los cultivos ilícitos en la zona y su papel protagónico en la economía y en la visión que de su entorno, no solo tienen los nasas, sino todas las comunidades que dependen de ella.

El condimento entonces más que un problema se convierte en una oportunidad única. Si el estado, acompañado del apoyo de la nación, logra la solución definitiva en el Cauca, habrá dado con la formula –casi mágica- para acabar con el conflicto. Este gobierno ha sido de oportunidades, ojalá no dejen pasar esta.

Editado por TOLEDO on
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Comentarios

  • lorenzo
    lorenzoForista Soldado de Primera
    Forista Soldado de Primera
    Editado Thu, 26 July 2012 #2
    Si el estado, acompañado del apoyo de la nación, logra la solución definitiva en el Cauca, habrá dado con la formula –casi mágica- para acabar con el conflicto. Este gobierno ha sido de oportunidades, ojalá no dejen pasar esta...

    la formula ES es acabar con las sabandijas asesinas de las farc.....desafortunadamente este presidente que tenemos no entiende que LA DEBILIDAD PROVOCA, LA FORTALEZA DISUADE..
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